Fue el mayor problema del conjunto blaugrana en Copa del Rey, y está siendo la solución en esta Fase Final. Es difícil encontrar un jugador al que le haya sentado tan bien la cuarentena como es a Adam Hanga. Y es difícil, por tanto, cuantificar el beneficio que esto está retribuyendo al Barça Lassa, que con Thomas Heurtel aún en la recta final de su recuperación (aunque se va desquitando poco a poco a velocidad de crucero) y, sobre todo, sin Malcolm Delaney ya en sus filas, queda con el húngaro como única referencia ofensiva capaz de generar a un nivel lo suficientemente alto como para aspirar a ganar este improvisado torneo.
Los de Pesic, que aún se encuentran dentro de la narrativa del mes de Febrero y con la sensación de indeterminación en los sistemas presente todavía, lo necesitan a su mejor nivel más aún en vistas a evitar todos esos errores que lastraron el pase a semifinales hace cuatro meses. Por suerte para ellos, están recibiendo respuesta.
Decisiones con cabeza, cabeza en las decisiones
En vistas a optimizar todos esos sistemas, la incógnita principal era la capacidad del propio Hanga para añadirse de manera efectiva dentro de la mezcla. Alejarse de ese Hanga dubitativo, que da tarde los pases o que no logra conectar con la idea de juego del equipo, sobre todo en lo que a la conexión con el juego interior se refiere, y acercarse a ese Hanga que calcula de manera inmejorable el timing de pase en transición o que, en contrapunto, sabe medir el espacio en ataque estático para dar el pase al jugador mejor posicionado.
Por todos es sabido que el modelo ofensivo de Svetislav Pesic no es referencia dentro del panorama europeo actual, pero si algo positivamente analizable tiene, es que es un modelo basado en hacer fáciles las cosas, sacrificando alternativas en búsqueda de reducir la probabilidad de fallo. Sistemas que, bien ejecutados, pueden salvar muchos partidos en fases calientes. Pequeños detalles como esperar esos microsegundos en la continuación tras el pick&roll, la determinación para escoger la mejor alternativa para hacer llegar el balón o la ejecución dentro de la propia posición exterior están siendo las claves en el renovado ataque blaugrana.
E aquí una buena prueba de lo que está cambiando el alero en su manera de leer el juego. Mantiene la cabeza fría para esperar el segundo corte, sacando a Pierre Oriola de la jugada y centrándose en Ante Tomic, que se convierte tras el amago de bloqueo en la selección de pase más lógica en relación al espacio, el cual en el caso de Oriola es limitado por Tornike Shengelia.
Lo mismo ocurre, exactamente lo mismo, en esta segunda jugada. El hombre abierto, es decir, Oriola, queda al margen de su campo visual para centrarse de nuevo en el pívot. Resultado, canasta fácil.
Este timing de decisiones se alarga también al contraataque, donde también dejó ayer algún que otro highlight de su magnífica ejecución. Aquí se ofrece de primeras en cuanto Tomic recoge el balón y mete el pase justo al espacio al que Matt Janning no llega, con la potencia suficiente aprovechando el bote.
Y de la misma manera, mide los tiempos lo suficientemente bien como para no tomar la opción del pase, la decisión más precipitada en esta ocasión, para acabar finalizando él con
El timing, y la frialdad para saber medirlo. Ese medio segundo que en Fórmula 1 marca la diferencia entre el coche más rápido y el sexto clasificado, ese medio segundo que Adam Hanga es capaz de aportar al ya famoso «Lamborghini» para correr más rápido que hace unos meses. Ese medio segundo crucial te acerca, o te aleja, de tu mejor versión.
En busca de la efectividad
Efectividad, ese bien tan preciado que Adam Hanga poseía y había perdido por el camino. Sobre todo a la hora de ejecutar decisiones. La sobrada explicación anterior quedaría en nada sin este ingrediente de por medio, sin este “puente” que permite que todo funcione. Lejos de focalizar en 12,3 puntos de media que trae a lo largo de estos últimos tres partidos, o de las 6,7 asistencias con las que los acompaña, es más importante analizar los dos datos que hay detrás, que son más definitivos que los anteriores.
4/9, 5/7 y 6/11 son las tres cartas de tiro de estos enfrentamientos. 15/27, un 55,5 % de efectividad, que se convierte en reseñable contrastado con el 46,6 % que arrastraba en los 21 partidos que ha disputado esta temporada. Pero lo más importante es lo que hay detrás de esas 6,7 asistencias. En total, 20 pases de gol (que lo convierten, por cierto, en uno de los mejores de esta Fase Final) han acabado en su casillero por 6 pérdidas en total, un ratio de 3,33 asistencias por cada pérdida, que al lado de ese 1,75 que mantenía esta temporada, nos da una idea casi inamovible de lo importante que está siendo este factor para su resurrección exprés. Cometer menos fallos, ganar fiabilidad de cara a situaciones de organización de juego y penalizar lo menos posible las malas decisiones en el tiempo que pasa en pista cobra una importancia capital tratándose de eliminatorias a partido único, si no es un factor que marca la diferencia para un equipo que no puede permitirse, y menos después de haber recogido tanto talento (y tanto salario) en una sola plantilla, imágenes como la mostrada en Málaga.
No es que sea importante para su equipo, es que es diferencial. El mejor Adam Hanga llega justo en el momento propicio, cuando la necesidad aprieta. Con el alero a este nivel, tanto ofensivo como defensivo, el conjunto azulgrana puede aspirar a todo sin temer a nada. Ni siquiera al Real Madrid.