Carmelo Anthony, 30 años de talento puro

Analizamos la trayectoria del alero de NYK

Carmelo Kyan Anthony nació  hoy hace 30 años en Brooklyn, Nueva York, pero si hablamos de «Melo«, nadie, ni siquiera él, asocia su nombre al de la Gran Manzana. No, Carmelo es casas baratas, Carmelo es despertar y dormirse oyendo ruido de disparos, de ver cómo todo hijo de vecino hace sus pinitos en el mundo de la droga, Carmelo Anthony es de Baltimore, de West Baltimore.

A pesar de haber vivido durante los primeros nueve años de su vida en el ahora barrio de moda y donde lo hipster es religión, Brooklyn, nadie relaciona los dos nombres. El primero en impedir que esta asociación tenga lugar es el propio jugador, que siempre ha dejado bien claro cuáles son sus raíces, hasta el punto de tatuarselas en el pecho como si del logo de la Warner Bros se tratase :

«Nací en Brooklyn, viví Brooklyn hasta que tuve 9, pero donde realmente aprendí mis habilidades para la vida está en Baltimore; Esa es la ciudad que me crió. Brooklyn siempre estará en mi sangre y en el corazón, pero Baltimore es la ciudad que definitivamente me crió».

¿Por qué insisten tanto los autores en que es Baltimore y no Brooklyn la verdadera cuna de Melo? Pues porque criarse en un barrio conocido como «La Farmacia«, donde el tráfico y consumo de estupefacientes es el pan de cada día, condiciona el carácter. Cuando cambias el dinero fácil -fácil al principio – que tiene el resto de gente que te rodea por el gimnasio y los entrenamientos de baloncesto es porque o eres realmente bueno y has nacido para ello, o simplemente tu madre te ha sabido educar mejor que a todos los demás. En la figura de Anthony se aúnan las dos cosas, uno de los mayores talentos que hay actualmente en la NBA con una madre que lo dio todo por sacar a sus hijos adelante.

Cuando su padre – de orígenes puertorriqueños – murió de una insuficiencia hepática cuando nuestro hoy cumpleañero contaba con tan solo tres años de edad, fue su madre la encargada de cuidar y educarle a él y a sus tres hermanos mayores. En un principio lo intentó en Nueva York trabajando como señora de la limpieza y delegando la educación del pequeño de los Anthony en sus hermanos mayores, pero la ciudad que nunca duerme es demasiado cara y dura para sobrevivir en según qué circunstancias, por lo que pasados unos años, decidió irse con sus hijos a 190 millas al sur, a Baltimore.

Lo que esto significa lo cuenta mucho mejor su amigo y ahora jugador del Real Madrid de baloncesto, Dontaye Draper, en esta maravillosa entrevista; y si sois más de lo audiovisual, siempre podéis ver la serie de HBO, The Wire, os aseguro que serán de las 50 horas mejor invertidas de vuestra vida. La cuestión es que en esta ciudad portuaria es donde el alero comenzó a jugar a esto del baloncesto.carmello-wb

Tras unos inicios prontamente frustrados por su despido del equipo en el que jugaba de base, el del Towson Catholic High School, ese verano crecería varias pulgadas para convertirse en un gran jugador de zona y promediar 14 puntos, 5 rebotes, 4 asistencias y 2 robos.  Su segundo año sería aún más fulgurante y doblaría sus estadísticas en puntos y rebotes, los premios individuales no paraban de llegar y, pese a no conseguir grandes logros con el equipo del instituto, los sueños de acabar en la NBA y el ego crecieron de la mano. Su pasotismo hacia los estudios hicieron que sus notas se desplomaran y peligrara su acceso a la universidad.

De acuerdo con su preocupada madre, ingresó en la Oak Hill Academy, donde supieron reconducir el futuro académico de Melo y este lideraría al AUU Baltimore Select Team hasta la Final Four del Adidas Big Time Tournamente en Las Vegas. Allí, contra los mejores jugadores del país, Carmelo anotaría 25.2 puntos por partido y acapararía, junto a Amare Studemire todos los elogios de una liga que ya los veía como dos de las promesas con más futuro, la NBA.

También participó en el USA Basketball Youth Development Festival en Colorado, donde ayudó al Este a conseguir la medalla de plata y co-lideró el torneo en anotación con 24 puntos y un 66% de acierto en tiros de campo. El único jugador que se mostró a la altura de estas cifras y juego  fue LeBron James, del que acabaría siendo amigo y más tarde rival en la NBA.

Ese verano sería fundamental en su vida y, demostrando una gran madurez y compromiso, se lo pasó en clases y en el gimnasio, los resultados académicos y deportivos se hicieron notar. Los Warriors de Oak Hill entraron en la temporada 2000-01 con una racha de 42 victorias consecutivas y ganaron dos grandes torneos, incluido el Nike Academy National Invitational en Texas. Eso sí, todo el mundo tenía puesto sus ojos en un partido en particular, el que los enfrentaría al  St. Vincent-St. Mary,el  equipo de Ohio en el que jugaba LeBron James. El encuentro fue considerado como un enfrentamiento entre James y Carmelo. En él, Lebron anotó 36 puntos, mientras que Carmelo, con 34, lideró a los Warriors a la victoria por dos puntos. Su equipo finalizaría la temporada como tercero del país, con un 32-1 y con Anthony consiguiendo 22 puntos, 7,1 rebotes y 3 asistencias por encuentro. Fue uno de los cinco finalistas para el Naismith Prep Player of the Year Award, y fue incluido en el mejor equipo del All-USA por USA Today. También entraría en el primer equipo del All-American por Parade Magazine y Basketball America.

El siguiente paso en su carrera fue la disputa de los All-Star del high school. En el Michael Jordan’s Brand Capitol Classic anotó 27 puntos, y en el McDonald’s All-America aportó 19. Hoop Scoop le colocó en el primer lugar en la promoción de senior de 2002, mientras que College Basketball News y All-Star Sports le situaron entre los tres primeros.

Antes de ir a la universidad, viajó a Venezuela para disputar el torneo clasificatorio para el Campeonato Mundial Junior. Anthony jugó de ala-pívot y terminó tercero en el equipo en rebotes y como máximo anotador. Su mejor encuentro fue ante Argentina, consiguiendo 23 puntos en la victoria por 75-73. Finalmente, el combinado estadounidense regresó a casa con la medalla de bronce.

Una vez cumplidos su objetivos académicos y deportivos, Melo podía entrar en la universidad que quería hacerlo desde hace años, la de Syracuse que, desde los tiempos de Billy Owens, no contaba con una estrella de tal tamaño. Superados ciertos problemas de adaptación y varias exhibiciones después, acabaría la temporada con una estadísticas de 22.2 puntos y 10 rebotes por partido. En su último partido más de 30.000 personas le gritaría «One more year»El deseo en la Universidad de Syracuse de contar durante un año más del Freshman del Año y Rookie del Año de su conferencia era más que manifiesto, pero Melo tenía otros planes.

En el torneo de la NCAA el alero daría un paso adelante y se convertiría en el líder que llevó a su universidad a ganar dicho campeonato. Con 20 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias en la final sería nombrado el jugador más destacado, solo dos freshman lo habían conseguido antes que él. Tres semanas más tarde anunciaría su decisión de presentarse al Draft 2003, uno de los mejores en la historia de la liga. Solo había un favorito para ser número 1 y ese no era otro que LeBron James.

Pero dejando a «King‘» aparte, Melo era uno de los «prospects‘» a los que se veía con más futuro, ya que además de su talento, algo en lo que pocos le igualan, llevó a Syracuse a lo más alto del baloncesto universitario. Esa capacidad de liderazgo siempre es clave a la hora de llamar la atención de un equipo que necesite un jugador franquicia. Y por eso los desolados Nuggets  lo eligieron en la tercera elección, ya que curiosamente los Pistons prefirieron apostar por Darko Milicic. Todos sabemos como acabó la jugada para Detroit.

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En Denver, Anthony evolucionó mucho en su juego, y ya en su primer año hizo alarde de su gran capacidad anotadora. En su sexto partido anotó 30 puntos, convirtiéndose en el segundo jugador más joven en anotar 30 puntos o más (con 19 años y 151 días; sólo por detrás de Kobe Bryant. En Febrero de 2004,  Anthony se convirtió en el tercer jugador más joven en alcanzar los 1.000 puntos en una temporada tras anotar 20 puntos a los Grizzlies de Pau Gasol. Sin embargo, el premio a «Rookie del Año» no fue para él, sino para el que había sido elegido en primera posición, su amigo y rival, LeBron.

Como líder de los Nuggets, Melo logró numerosos récords de la franquicia como el de Rookie con más puntos, e incluso récords históricos en la NBA al ser el único en anotar 33 puntos en un sólo cuarto. Pero Anthony nunca consiguió hacer de esos Nuggets un equipo ganador, y el techo de ese equipo fueron unas finales de conferencia en 2009 dónde sucumbieron ante unos Lakers que acabaron alzándose con el título.

En Denver conoció a muchos compañeros de equipo, técnicos, etc. que le ayudaron mucho a la hora de seguir creciendo como jugador. Es por todos conocido que George Karl, su técnico en Denver durante 6 temporadas y media, nunca fue su mejor amigo, pero aprendió muchísimo de él. Allen Iverson también fue una persona clave en su vida, ya que los dos tuvieron un pasado durísimo, y al jugar juntos y compartir tantos momentos, acabaron siendo prácticamente hermanos.

Debido a que los Nuggets nunca llegaron a ser un verdadero «contender» con él al mando, los rumores de traspaso referentes a Carmelo eran constantes en las dos temporadas siguientes. Media NBA quería incorporarlo, siendo New Jersey Nets y New York Knicks los máximos aspirantes a llevárselo. Melo, reconocido ‘knickerbocker‘ desde su infancia hizo lo posible por recalar en las filas de los de Nueva York, y así fue. En el ‘trade deadline’ de 2011, Melo y Billups pusieron rumbo hacia la ‘Gran Manzana’ a cambio de Wilson Chandler, Gallinari, Timofey Mozgov, Felton y rondas del draft. Anthony había cumplido así uno de sus sueños, vestir la elástica de los Knicks.

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En el Madison, se afianzaría como uno de los jugadores más determinantes de la mejor liga del mundo. Por ‘desgracia‘ para Nueva York, la temible sociedad que se suponía que iban a formar Stoudemire y el de Baltimore nunca llegó a ser lo que se esperaba de ellos, ya que Stat cayó en lo que podríamos llamar un «bucle infinito» de lesiones, y aún estando sano, sus prestaciones en pista nunca volvieron a ser las de antes, ya que mucho del trabajo que le tocó realizar los meses que defendió la naranja y azul sin Carmelo de compañero, ahora lo hacía el del número 7.

Carmelo se convirtió en una especie de Dios para todos los knickerbockers, ya que le han visto hacer gestas increíbles, como sus 62 puntos hace apenas unos meses, actuación que le sirvió para convertirse en el jugador de los Knicks con más puntos en un partido y en el jugador de la historia que más puntos ha anotado en un encuentro disputado en el Madison Square Garden.

Bajo los focos de la meca del baloncesto ha hecho las delicias del público noche tras noche con sus exhibiciones anotadoras,  sus ‘clutch shots’ para levantar del asiento a todas las almas que estuvieran presenciando semejante proeza o, simplemente, enamorando al mundo con su juego. Este verano será clave en su futuro, ya que ha declarado que quiere probar la experiencia de ser agente libre, aunque también ha reiterado en más de una ocasión que quiere seguir representando al equipo de su vida. Se debate entre encaminar su búsqueda del anillo bajo el liderazgo de Phil Jackson o buscar otro proyecto más ambicioso. Sea cual sea su decisión, todos los fans del buen baloncesto nos deleitaremos al verle hacer magia sobre el parqué.

Felicidades ‘Melo’ por haber cumplido 30 años de vida ligados a tu pasión, el baloncesto, la cual muchos compartimos y gracias por todo lo que nos has dado y seguro que nos vas a seguir ofreciendo.

* Artículo redactado por Edu Carreras y Javier R. Rodríguez