En el seno de los San Antonio Spurs todo parece tranquilo: tras hacer los deberes (y de que manera) la temporada pasada logrando el título, el verano ha sido relajado ocupándose de algunos cabos sueltos en forma de renovaciones, y salvo pequeños cambios (posibles llegadas de Michael Beasley o Gustavo Ayon, así como una factible salida de Aron Baynes), están listos para un nuevo curso.
No obstante, no todos están igual de tranquilos, y precisamente es ese sentimiento el que Gregg Popovich, entrenador de la franquicia desde 1996 y ya una leyenda tanto para el equipo tejano como de la NBA en general, quiere evitar. Pop, quien este verano renovó con la franquicia, es insaciable y quiere seguir ganando, por lo que ve el título recién conquistado como una posible amenaza.
Así lo expresó el entrenador nacido en Indiana en declaraciones al San Antonio Express News. Pero antes de esto, Buck Harvey, periodista de dicho diario, recogía una curiosa historia que estuvo detrás de la victoria en las Finales ante los Heat. Una anécdota que demuestra por qué Popovich ha sido capaz de mantener más de 15 años a este equipo en lo más alto.
Cuenta Harvey que, durante toda la temporada 2013/14, en el pasillo de las instalaciones de entrenamiento de los Spurs que lleva al despacho de Gregg había una fotografía nueva enmarcada. Dicha fotografía pertenecía, cómo no, al sexto encuentro de las Finales de 2013, en el que el anillo se les escapó a los tejanos tras estar rozándolo por instantes. Pero no era una foto del marcador final, del tiro libre fallado por Kawhi Leonard o el histórico triple de Ray Allen.
Era una foto mediados del tercer cuarto, en el que se apreciaba que San Antonio vencía a Miami por 13 puntos. Un mensaje subliminal que quería decir a todo jugador que fuera a hablar con él que no perdieron el título por un tiro libre o un triple, sino por la suma de muchos y pequeños errores. Ahí se empezó a gestar el título conseguido meses después.
Ya en plena entrevista, Harvey le preguntaba a Gregg Popovich si ya ha decidido cuál será su estrategia de motivación para la temporada que comienza el próximo Octubre:
«Lo he estado pensando.»
Cuando se le menciona el título conseguido meses atrás y se le pregunta cuál es su explicación, Popovich, sin dejar de sonreír, empieza a desvelar el motivo de su preocupación futura, y para eso se vale de las diferentes reacciones de Spurs y Heat tras el segundo encuentro de las Finales, donde los de Miami ganaron su, a la postre, único encuentro:
«Había un mantra diferente. Cuando nos subimos al avión rumbo Miami, antes de los entrenamientos, durante las rondas de tiro, pensábamos: «Hemos venido aquí para ganar los dos.» Y lo creímos, creíamos que éramos mejores que ellos.»
«Los Heat, por contra, cuando ganaron el Game 2 no lo manejaron bien. Probablemente pensarían que tuvimos suerte, que ganamos el primer partido por el tema del aire acondicionado, y pensarían que iban a ganar de nuevo. Y, como bicampeones que eran, es normal que lo pensasen. Esto se había convertido en su lugar en el mundo.»
«Es por eso por lo que estoy preocupado. Son seres humanos, y se pueden sentir satisfechos con lo hecho el año pasado.»
El hambre de títulos de Gregg Popovich, de 65 años de edad, es infinita, al igual que su inteligencia para comandar a la escuadra tejana a más éxitos mientras siguen practicando un juego exquisito. Y, para aquellos que se lo pregunten, ya ha encontrado una nueva forma de motivar a sus chicos:
«Les diré «Somos tan buenos como los Celtics de los 80? ¿Somos ya tan buenos como Bird y McHale?»»
«Te daré una pista: ¡No!» (risas)