Descubriendo a Stanley Johnson

El alero más prometedor de su generación

Foto: Wikimedia (CC)
Foto: Wikimedia (CC)

En está sección «Descubriendo a…» de SomosBasket en la que analizamos a todos y cada uno de los jugadores que van a ser seleccionados en el próximo «Draft 2015» siguiendo el orden de nuestro particular «MockDraft«, ha llegado el turno de analizar al que posiblemente sea el mejor alero de esta generación uno de los jugadores que más hecho va a llegar a la mejor liga de baloncesto del mundo, el Californianio Stanley Johnson.

Ya han sido analizados: Karl Towns, Jahlil Okafor, D´Angelo Russell, Emmanuel Mudiay, Justise Winslow, Kristaps Porzingis, Mario Hezonja.

Cuando, como aficionado de los Boston Celtics, el pasado mes de Diciembre me puse a analizar detenidamente a cada uno de los jugadores que podrían ser interesantes para el equipo de mis amores, un nombre me saltó rápido a los ojos, no solo porque fuese alero y oriundo de California, sino porque era la clase de jugador que encajaría perfectamente con la mentalidad de Massachusetts y del entrenador Stevens. Por suerte, hay quien dice que por desgracia, un mes después los Celtics empezaron a ganar partidos como si lo llevasen escrito en el ADN (cosa que de hecho llevan) y las opciones de hacernos con el bueno de Johnson se esfumaron, pero su nombre se quedó ahí clavado y lo fui siguiendo más o menos de forma regular durante toda la temporada y he aquí la única opinión personal de este análisis: Stanley Johnson es el auténtico tapado de este «Draft 2015«.

Empezando por los puntos fuertes de este alero de 18 años, 2.01 metros de altura y 100 kilos de peso, lo primero que llama la atención de su aspecto físico es su musculatura. Cual David de Miguel Ángel parece estar tallado en mármol, algo especialmente llamativo si tenemos en cuenta que según todos los informes del instituto el jugador no había levantado pesas ni realizado trabajo de gimnasio hasta llegar a la Universidad. A esto le suma una envergadura de 6-12 y una velocidad y potencia muy poco común para un jugador tan joven, lo que hace pensar que muy pocos aleros pequeños, tan abundantes en la actual NBA, podrán contenerle cuando se convierta en un jugador más pulido.

En cuanto a su juego, la característica que le ha hecho disputar todos los partidos de la temporada regular a excepción de uno y de estar coqueteando con el Top-5 de esta promoción hasta su decepcionante final de la NCAA, es su defensa. A sus excelentes condiciones físicas hay que unirle una gran predisposición a ejercerla y mucha tenacidad en su desarrollo; su buen físico, una muy buena envergadura, la rapidez de movimientos y su capacidad para leer los movimientos del rival son las principales herramientas de su defensa. Johnson tiene capacidad para defender hasta tres posiciones distintas gracias a su resistencia e intensidad: es lo suficientemente rápido con su juego de pies como para defender a los jugadores más pequeños en el perímetro y cortar las líneas de pase. Gracias a esto consigue promediar unos increíbles 2.4 robos en 40 minutos y un número bastante decente de tapones (0.75 a 40 minutos).

También es un sólido productor ofensivo y, pese a no ser un saltador especialmente explosivo, si que tiene un primer paso muy poderoso, lo que le hace ser muy difícil de parar tanto en transición como en defensas a media pista. Sus promedios se van hasta los 19 puntos cada 40 minutos con un porcentaje de «True Shoting» del 56 % a pesar de jugar con un sistema de ataque que le deja muy pocos espacios y pocos o ningún tiro perimetral, siendo los espacios abiertos donde Johnson teóricamente más podría aprovechar sus características.

Es un jugador capaz de crearse su propio tiro gracias a su tamaño, rapidez y fuerza, llegando incluso a dominar los cambios de ritmo de una manera muy efectiva con el balón en las manos, tanto en ataques en transición como en ataques cerrados e, incluso, el pick and roll. Según avanzaba la temporada, el de Fullerton fue añadiendo un tiro flotante más que decente y que le permitía acabar cerca de la canasta.

Pese a no ser considerado como un gran tirador cuando llegó a la Universidad (82 aciertos en 279 intentos de triple que le dejaron con un paupérrimo 29 % de efectividad), impresionó con su mejoría en este aspecto durante su año de freshman en Arizona; llevando sus porcentajes hasta el 37 % gracias a 41 triples 111 intentos. Se notó cómo tiraba mucho más liberado y con una mecánica mucho más rápida y ortodoxa que a su llegada, tanto en tiros saliendo de dribbling (49 % de acierto en pull-ups) como en tiros de catch and shot con los pies juntos (44 % de acierto tirando tras recibir el balón).

Para acabar con los aspectos positivos, destacar su capacidad de trabajo y sacrificio, por lo que no solo mejoró el tiro como hemos visto, sino que fue capaz de convertirse en una amenaza exterior necesitada de un defensor que salga a taparle el tiro; al mismo tiempo que empezó a castigar las defensas rivales aprovechando los bloqueos en el pick and roll.

En cuanto a sus aspectos más flojos, decir que todo lo que produce en la faceta defensiva no siempre obtiene el equilibrio necesario en el otro lado de la cancha. Tiene cierta tendencia a tomar ciertos riesgos que le llevan a abusar del dribbling más de lo que le gustaría a sus entrenadores y en ocasiones parece ofuscarse en mostrar sus credenciales como anotador, en lo que parece un intento de demostrar a sus compañeros y/o a su entrenador que es algo más que un perro de presa defensivo.

Pero su principal defecto fue y siguió siendo durante toda la temporada su terrible registro como finalizador cerca del aro. Pese a no ser un jugador con un salto demasiado explosivo, cualquier espectador que ve a un jugador con ese físico al menos esperaría que tuviese unos porcentajes medianamente aceptables en anotación tras contacto... pero nada más lejos de la realidad. Le llevó un tiempo objetivamente largo deshacerse de sus costumbres del instituto y adaptarse al físico de la NCAA, muchas veces intentaba penetrar como una mula que sigue la linde: cabeza abajo y todo recto. Solo la facilidad para sacar la falta defensiva a su par (6.6 cada 40p) le salvó unos pobrísimos porcentajes de acierto tras contacto y de acierto en general cerca de la canasta (40 %). Aún así, todo esto es fácil de corregir puesto que su principal problema aquí es la toma de decisiones, donde no siempre escoge la opción más acertada y tiene cierta cadencia a confiar en exceso en su mano derecha.

A pesar de las malas sensaciones con las que acabó la temporada a causa de su flojo rendimiento en el partido más importante del año y donde fue ampliamente superado por su compañero Rondae Hollis-Jeffereson, un alero de las características de Stanley Johnson son cada día más difíciles de encontrar en la NBA. Pese a ser ya mismo de la clase que más abunda en la liga, un D+3 (buena defensa más tiro exterior), tiene potencial para acabar siendo un jugador mucho más completo. Además, los mayores espacios de los que va a disfrutar en la liga, especialmente cuando dispute minutos como #4 en alineaciones de small-ball, harán que sus características le permitan brillar mucho más de lo que lo ha podido hacer en la NCAA.