Jason Kidd, el último líder de los Nets
La franquicia busca un líder desde su marcha
No nos queda otra a los fans de Brooklyn que rememorar la década pasada para encontrar buenos momentos en esta difícil etapa que está pasando la franquicia, como aquel que recuerda su bonita infancia con una lágrima recorriéndole la mejilla. Aquella maravillosa época, donde un equipo que había sido perdedor durante casi toda su existencia (quitando la ABA) llegaba a dos Finales de la NBA consecutivas por primera vez en su historia, y todo debido al cambio de imagen que dio Jason Kidd como jugador franquicia.
El base de San Francisco llegó al equipo en 2001, desde Phoenix Suns y traspasado junto con Chris Dudley,en un acuerdo en el que Stephon Marbury, Soumaila Samake y Johnny Newmann abandonaron New Jersey. Tras un cúmulo de operaciones no me queda nada más que decir que el equipo no ha contado con un capitán desde entonces, un líder que hacía de organizador, de mago y de lo que hiciera falta. Si se le ordenaba anotar anotaba, si se le ordenaba defender defendía y si se le ordenada asistir, asistía.
Pero vamos a empezar por el principio. Jason comenzó su carrera en la temporada 1994-95, donde fue drafteado por los Dallas Mavericks en la posición número dos de la primera ronda. No muchos jugadores describen tan literalmente como Jason la forma en la que comenzaron sus carreras.
La de Kidd comenzó a toda velocidad, así lo define él. No poseía los conocimientos de baloncesto que tiene ahora y, siendo joven, pensaba que lo único que debía utilizar en la cancha eran sus dos puntos fuertes.
Los jóvenes no saben cómo jugar tranquilos. Lo sé porque yo fui uno de esos jugadores que tiran sin pensar. ¿Jugar tranquilo? Eso no era para mí. Cuando llegué a la liga, sabía que tenía dos grandes puntos fuertes: podía postear y era veloz. ¿Cómo podría deshacerme de uno de mis dos puntos fuertes? No le encontraba sentido.
No tardaron mucho en dejarle las cosas claras y enseñarle lo que es el timing en baloncesto. Kidd era un jugador veloz, y los veteranos y entrenadores del equipo le dijeron que no podían seguirle. Esto no es un juego de correr como pollo sin cabeza. Y es lo que tiene, si a un jugador con unas capacidades técnicas y físicas excepcionales se le une una mente abierta, no problemática y decidida a aprender, puede salir una superestrella como Kidd. Él no tardó en frenar. En la misma entrevista para The Player’s Tribune dejó una frase para el recuerdo, que muestra su maduración como jugador:
Los buenos equipos te ganan con la velocidad, los grandes equipos por su ‘spacing‘ y ‘timing‘.
No es ningún secreto que Kidd ha sido un líder en cada equipo al que ha ido, tanto en la pista como en el vestuario, y que los demás jugadores han aprendido muchas cosas de él.
Las hazañas posteriores a Phoenix de Kidd ya las conocemos. Llegó a dos Finales de la NBA con los por entonces New Jersey Nets, aunque ambas las perdió, en 2002 contra los Lakers, y en 2003 contra los Spurs. Dejaría el equipo en la temporada 2007-08 en un traspaso con Dallas Mavericks en el que fue enviado con Antoine Wright y Malik Allen por Maurice Ager, DeSagana Diop, Devin Harris, Trenton Hassell y Keith Van Horn, incluyendo una primera ronda del draft de 2008 (Ryan Anderson) y otra de 2010 (Jordan Crawford). Conseguiría su ansiado anillo con los Mavericks en la temporada 2010-2011, en aquel equipo con grandes jugadores como Jason Terry, Shawn Marion y, cómo no, en gran Dirk Nowitzki, que derrotaron a los todopoderosos Miami Heat en las Finales de la NBA. Posteriormente terminaría su carrera en los Knicks, en 2012-2013, para ocupar el banquillo de los Nets como head coach en la 2013-14 y seguir en el de los Bucks hasta el día de hoy.
Los Nets post-Kidd no han tenido un líder. Han pasado bastantes años, desde la temporada 2007-08, desde que el gran capitán se fue. El equipo sin él, sin Carter y sin Jefferson volvía a ser un gran perdedor. Tras él, en el puesto de base, tuvimos gente como Devin Harris, que era prometedor, y Deron Williams, la superestrella fracasada, y actualmente los Jarrett Jack y Donald Sloan, únicos bases que los actuales Nets «se pueden permitir». Ninguno llegó a dominar el juego como Kidd lo hizo.
En su primera temporada en Nueva Jersey, promedió casi un doble doble, acercándose a las cifras de 15 puntos y 10 asistencias por partido, además de añadir 7 rebotes por noche. Porque si Kidd tenía que anotar, lo hacía. Si le defendían bien, asistía. Y ya de paso, reboteaba. No por nada es el segundo clasificado en la historia de la NBA en robos y asistencias, y el tercero en triples dobles conseguidos (con 107). En la siguiente temporada, que supondría la segunda final de la NBA consecutiva en New Jersey, le ordenaron anotar. Él anotaba, aumentando sus cifras hasta los 19 puntos por partido. Posteriormente, cuando llegó Vince Carter y Richard Jefferson se convirtió en un gran anotador, Mr. Triple Doble se centró en controlar los demás ámbitos del juego (único jugador en llegar a 15000 puntos, 10000 asistencias y 8000 rebotes en la NBA). Se convirtió en el jugador al que yo personalmente más he disfrutado ver jugar, que asistía, reboteaba, defendía y atacaba, y que hacía magia en ambos lados de la cancha. Se mereció su retirada de la camiseta en los Nets, y la confianza depositada en el que se transformó en una contratación como entrenador, aunque no terminara de cuajar.
En resumen, que Kidd era un fenómeno. Un líder de los que ya no quedan. Por lo menos, no en los Nets. Yo, como fan del equipo, espero ver otra vez en mi vida un organizador en los Nets que vuelva a hacer que valga la pena verlos jugar y que les devuelva la esencia de equipo ganador que poseían en la década pasada.