El Agitatoallas, semana X: La Navidad más dulce

Lo más curioso de la semana de los Boston Celtics

Montaje: Álvaro Méndez.

No sé qué regalos les habrá traído el Papá Noel de turno, pero si son de los Celtics seguro que lo más bonito no llegó dentro de un calcetín. Después de varias temporadas sin disputar la siempre especial jornada de Navidad, Boston volvió por todo lo alto con una victoria en un Madison Square Garden que se está convirtiendo en nuestro pabellón preferido a lo largo de los Estados Unidos. En esta nueva edición de ‘El Agitatoallas’ no solo hablaremos de la victoria ante los Knicks, ya que también hay que echar la vista atrás para rememorar el espectacular duelo entre nuestro Isaiah Thomas y Russell Westbrook y alguna cosita más de esas en las que nos reímos por no llorar. Ya saben, ¡toallas al viento!

El Krampus en Nueva York

Todo era felicidad. Un equipo mejorado con una estrella más que consagrada (Carmelo Anthony), una en ciernes (Kristaps Porzingis) y otra que quiere volver a serlo (Derrick Rose) que quería mostrar su potencial ante los focos de medio mundo en el día de Navidad en su feudo. El Madison Square Garden vistió sus mejores galas para recoger el gran regalo de una victoria ante su rival más acérrimo, pero cuando tanto jugadores como aficionados de los Knicks esperaban a Santa Claus, lo que se encontraron fue una figura extraña teñida de verde.

Según la tradición en los países alpinos, el Krampus es un ser de apariencia demoniaca que castiga a los niños traviesos en contraste a la obviamente más amable figura de Papá Noel. Los Boston Celtics se convirtieron en la temida criatura y castigaron a la franquicia dirigida por Phil Jackson, que por lo que parece no se portó demasiado bien durante el año y el calendario les endosó la visita del cuadro de Massachusetts. Más allá de la rivalidad histórica entre ambos equipos, el partido era importante en cuanto a la clasificación, ya que solo un partido de diferencia separaba a los de Brad Stevens respecto al conjunto de Nueva York. La cosa ya estaba en orden, y así se mantuvo tras la bocina final.

Como ya se ha convertido en tradición a lo largo de la presente temporada, los Celtics desperdiciaron la oportunidad de llevarse a casa una victoria sin sobresaltos y acabaron sufriendo más de la cuenta. Este equipo no te da un respiro ni en Navidad. Los Knicks lograron equilibrar el marcador en el último minuto de contienda, pero ahí fue cuando el espíritu del Krampus decidió poseer el cuerpo de Marcus Smart (sin duda el cuerpo más idóneo para crear pesadillas) para que el #36 de Boston clavara un triple y helar los corazones del púbico que llenó el coliseo neoyorquino. Por su fuera poco, sendas defensas de los sospechosos habituales llamados Avery Bradley y Al Horford borraron cualquier tipo de esperanza por parte de los locales y cerraron la segunda victoria de la temporada de los Celtics ante los Knicks. Nos gusta la Navidad, y más poder arruinarla en el Madison Square Garden.

Duelo de titanes

Si uno se hace la pregunta acerca del jugador que está protagonizando lo que llevamos de campaña, la respuesta más recurrente será Russell Westbrook. Los Oklahoma City Thunder visitaron Boston para enfrentarse por segunda y última vez a los Celtics en este curso en un partido entre equipos con un récord similar, y desde luego que la batalla no defraudó. Después de un toma y daca constante en que por momentos parecía que cualquiera se podía marchar en el marcador, las espadas llegaron por todo lo alto a un último cuarto impresionante.

Westbrook se hizo por enésima vez con las riendas de sus Thunder no sin antes comprobar de primera mano que Isaiah Thomas iba a hacer lo propio en el lado contrario de la cancha. El base de los Celtics explotó literalmente sobre el parqué del TD Garden y convirtió prácticamente todo lo que pasaba por sus manos provocando el delirio local. Boston se puso por delante después de muchos minutos, pero el máximo candidato al premio de MVP todavía tenía algo que decir. La estrella de los Thunder, que sumó otro triple-doble más a su interminable lista, decidió que la victoria se iba a ir a Oklahoma City por sus santos coj… por sus narices. Westbrook acabó con 45 puntos, 11 rebotes y 11 asistencias, pero lo más impresionante fueron los dos triples consecutivos anotados a un palmo de defensores de los Celtics en los últimos 60 segundos que sepultaron a los de Brad Stevens. El buen hacer de Isaiah Thomas (34 puntos y 10 asistencias) acabó por quedarse sin premio ante un jugador que vino, vio y venció.

El microondas y el congelador

Un partido de baloncesto se puede atascar por innumerables razones, y más cuando te gustan las emociones fuertes y dices que tu equipo son los Celtics. En el último encuentro en casa ante los Memphis Grizzlies el triunfo se quedó en Boston gracias a cierto protagonismo desde el banquillo, aunque algunos estuvieron bastante más finos que otros. La nota positiva la puso un Gerald Green inconmensurable que lució su vitola de anotador compulsivo en su segundo encuentro consecutivo dentro de la rotación de Brad Stevens, mientras que lo negativo, una noche más se llamó Tyler Zeller.

Por comenzar por lo más brillante, qué alegría nos produce ver a Green cumpliendo el papel por el que volvió a a que fue su primera casa en la NBA. El ex de los Heat entró al partido como un huracán y se hizo con el protagonismo que hasta ese momento tuvo el nombre de un Marc Gasol que convertía en canasta todo lo que lanzaba. Precisamente fue la exhibición del pívot español la que provocara que nuestro siguiente personaje tuviera que salir a pista. Pero volviendo al bueno de Gerald, hay que alabar su capacidad de levantar al equipo y esa habilidad tan necesaria de microondas para calentar tanto a sus compañeros como a un público que se entregó a la causa como en los buenos tiempos de Paul Pierce, sobretodo tras dos triples consecutivos que pusieron a los Celtics por delante. Green acabó sumando su máxima anotación de la temporada con 19 puntos y se llevó una ovación tremenda del TD Garden. Hay otros que dejaron la cancha con mucho menos ruido.

Y sí, ha llegado esa casi tradición semanal de descargar nuestra bilis sobre Tyler Zeller. La actuación del ex de los Cavaliers fue, cuanto menos, sonrojante en los pocos minutos de los que dispuso. Ante la incapacidad de Boston para frenar a Marc Gasol y Zach Randolph sin cometer falta, Brad Stevens tuvo que echar mano del banquillo a la vez que maldecía su suerte porque su única opción en la pintura para dar descanso a Horford era ni más ni menos que Zeller. No había otra, así que el «gigante bonachón» con problemas de circulación sanguínea entró al partido y no tardó ni un minuto en dejar su huella. No conformándose con estar de espaldas en la lucha por un rebote que acabó botando a centímetros de su pie y cayendo en manos de un jugador de Memphis, el gran Zeller se convirtió en el primer jugador de la historia de la NBA en verse superado en velocidad por Randolph.

Después de tamaña presentación en sociedad poco se podía esperar mientras los Grizzlies se ponían las botas en la búsqueda de la remontada. Tuvo que ser Jae Crowder el que acabara defendiendo a Randolph para provocar su primer fallo desde que Zeller pisara la cancha. Para no faltar a las tradiciones, tenemos que hacer mención especial a otro habitual, y es que Kelly Olynyk también dejó su impronta registrando su cuarta falta personal a mitad del segundo cuarto. Los «soft brothers» han vuelto a las andadas.