“My city, my home, my heart”

La búsqueda del dinero y la gloria por la vía rápida

Les invito a hacer un viaje juntos durante este artículo de opinión en el que tengo como propósito exponer qué dicen los protagonistas y enfrentarlo a lo que realmente quieren decir o callar. Abróchense los cinturones que empezamos.

La nueva tendencia en la NBA es disfrazar y adornar las decisiones que un jugador toma y los motivos que le llevan a ello diciendo, una vez que ya ha firmado, que nunca ha dudado, que siempre tuvo claro que quería jugar ahí, que en ningún sitio estaría mejor, etc.

Lebron vuelve

Empezaremos analizando el caso LeBron. Fue drafteado por el equipo de su ciudad. Era un ídolo. Tenía a su alrededor a un grupo de jugadores en el mejor momento de su carrera como Mo Williams, Delonte West, Žydrūnas Ilgauskas o Anderson Varejão entre otros. Llegaron a una final de la NBA en la que les barrieron los Spurs. Llegaron a una final de Conferencia en la que les eliminaron los Magic de Howard, que a la postre perderían Las Finales contra los Lakers de Kobe y Pau.

Viéndose incapaz de conseguir un anillo por la vía tradicional, rodeado de buenos jugadores a los que debía guiar a la gloria, decidió abandonar “su casa” para enrolarse con los Heat, junto a Wade y Bosh, en el movimiento más polémico de los últimos años y posiblemente de la historia de la NBA. Quiso asegurarse un Big Three con el que, un año u otro, el anillo sería una realidad. En este periplo ha contado cada año con presencias en Las Finales, en las cuales ha conseguido el anillo en dos de ellas, fracasando en su intento en las otras dos. Una vez visto el estado de salud de las rodillas de Wade, sumado a la paliza que les han dado los Spurs y a las dudas en cuanto a rendimiento que han dejado escuderos como Chalmers, Norris Cole o incluso Ray Allen en los últimos partidos de la serie, a LeBron James le ha entrado un curioso anhelo de volver a casa. La misma que abandonó; la misma en la que los aficionados quemaron su camiseta; la misma en la que el propietario le criticó duramente; la misma en la que, curiosamente, hay jugadores jóvenes como Irving, Bennett y Wiggins, todos ellos números 1 del Draft.

Así, LeBron anuncia el ya famoso “Vuelvo a casa”. Y lo hace diciendo que es “un chico de Akron”, que era “la hora de volver a casa con su gente”, que “todos los jóvenes de Ohio deberían seguir su ejemplo” olvidándose que hace 4 años, sólo 4, les pegó una puñalada a sus vecinos, su gente y su ciudad. El punto más desternillante de su carta es aquel en el que dice una cosa y lo contrario al mismo tiempo. “Mi relación con el Nordeste de Ohio es mayor que el baloncesto. No me di cuenta hace cuatro años. Me doy cuenta ahora” y justo después, LeBron asegura “Si tuviera que volver a hacer todo ahora, obviamente haría las cosas diferente, pero aún así me hubiera ido a Miami”. Expuesto este caso, sólo tengo algo más que añadir. ¿Habría vuelto LeBron James a “su casa” si no se hubiera convertido en un equipo viejo Miami? ¿Habría vuelto si Cleveland no hubiera tenido la fortuna de conseguir 3 números uno del Draft en los últimos años? ¿Habría vuelto a los Cavs si estos no hubieran podido ofrecerle el máximo salarial? Creo que la respuesta para todas estas preguntas es la misma. NO.

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Otro caso es el de Carmelo Anthony, nacido en Brooklyn. Sabía desde el principio que los Knicks le ofrecían el máximo salarial. Aún así, se reunió con Bulls, Mavericks, Rockets y Lakers. Intentó unirse a Pau Gasol en Bulls o Lakers tal y como el español desveló en la rueda de prensa de presentación con los de Chicago ayer. Sin embargo, al final decidió asegurarse la mayor cantidad de dólares posible en el último gran contrato de su carrera. Es decir, prefirió dinero a ser aspirante al anillo. Y, de nuevo, una vez deshojada la margarita y optado por el dinero, el jugador comunicó públicamente que New York es su casa y que nunca pensó en salir de allí diciendo frases como “en mi corazón, soy un Knick de Nueva York”. Las reuniones con las otras cuatro franquicias debieron ser para conocer las instalaciones desde dentro. ¿Se habría quedado en La Gran Manzana si el máximo salarial ofrecido por los Knicks no fuera superior al de otras franquicias? La respuesta probablemente sea NO.

WADE

Tenemos otros casos como el de Dwyane Wade, nacido en Chicago, o el de Chris Bosh, que tras firmar por Miami de nuevo, salieron diciendo para no variar que se quedaban en casa y su ciudad, no sin antes pasar por caja. Bosh tenía un acuerdo cerrado con los Rockets por si LeBron no permanecía en Miami, prueba de ello fueron los movimientos de Houston mandando a Lin y dos rondas de Draft, incluida la primera de 2015, a los Lakers con el único objetivo de hacer espacio salarial y así juntar a Bosh con sus estrellas Howard y Harden. Sin embargo, cuando LeBron se fue, Bosh recibió una oferta económica con la que jamás habría soñado y, entonces, decidió que Miami era su casa. Wade, que se había salido de su contrato con anterioridad, estuvo varios días de negociaciones para sacar el máximo posible y comprometer el futuro del equipo de “su casa, su ciudad, su corazón” al estado de sus rodillas. ¿Habrían permanecido estos dos jugadores en Miami si la oferta no fuera superior en ambos casos al resto de ofertas? La respuesta vuelve a ser NO.

 Ahora es el turno de Kevin Love, angelino de nacimiento, aficionado de Lakers confeso, que está siendo involucrado en intentos de traspaso con Warriors y Cavaliers. Ciertos rumores afirman que tiene interés de unirse a LeBron en Cleveland para fortalecer aún más ese equipo y así ser el favorito número uno a conquistar el anillo de campeón. En su mano está jugar en Los Angeles, si él informa de que no va a renovar su contrato y el año que viene su intención es probar la agencia libre para recalar en los Lakers, podrá jugar en el equipo de “su ciudad, su casa y su corazón”. Si acaba recalando en Cleveland o cualquier otro equipo, que no nos engañen más. Que no nos hablen de sentimientos en un mundo en el que el 95% de los jugadores no los tienen. Lo único que les mueve es el dinero o, en su defecto, reunirse con un grupo de estrellas para asegurarse el anillo de campeones sin luchar. Como han asegurado varias leyendas en los últimos meses: “los jugadores actuales no tienen sacrificio ni se esfuerzan por ser campeones, sólo se preocupan de unirse a otros para asegurarse la victoria”.

Quizás me he levantado romántico y eso me ha llevado a escribir estas líneas. Pero yo siempre he sido de jugadores como Tim Duncan, Tony Parker, Manu Ginóbili, (parece que también Kawhi Leonard que quiere renovar su contrato antes de iniciar la temporada), Dirk Nowitzki o Kobe Bryant. Jugadores que cuando se han unido a sus equipos han sido capaces de vivir la gloria y el fracaso de la misma forma, amando los colores que defendía en cada partido. Si todos estos hablaran sobre esta situación, estoy seguro de que su opinión es similar a la mía. Estoy seguro de que ellos también esbozan sonrisas o incluso carcajadas cuando desayunan leyendo en los periódicos a jugadores, movidos por el dinero o por juntarse entre ellos para asegurarse el éxito sin luchar, decir que juegan ahí por amor.

Kobe

Como aficionado de Lakers, me gustaría resaltar el caso de Kobe Bryant. Un jugador que lleva unido a los de púrpura y oro 18 temporadas y le restan, al menos, 2 más, tal y como está estipulado en su contrato. En la franquicia angelina, Kobe ha pasado por fases muy diferentes. Consiguió ganar el anillo en tres ocasiones junto a Shaq, posteriormente pasó una época de fracasos en las que otro tipo de jugadores habrían abandonado, pero la Mamba Negra decidió permanecer fiel a unos colores, un sentimiento y unos aficionados. Su premio llegaría más tarde con el traspaso de Pau Gasol, disputaron 3 finales de la NBA consecutivas, de las cuales salieron campeones en 2 de ellas. Esto colocó a Kobe Bryant en un escenario deseado por él desde el inicio de su carrera. Le restaba un solo anillo más para igualar a Michael Jordan y tenía todo para conseguirlo, edad y calidad. Sin embargo, el mejor Laker de la historia para algunos ha visto como pasaban los años y las decisiones de la franquicia no iban en la dirección que él deseaba en la contratación de entrenadores, jugadores, etc. Nadie desea más el anillo en la NBA que Kobe Bryant, nadie lo ansía más, y nadie trabaja con más obsesión por ganarlo que él. Otros jugadores habrían abandonado el barco para unirse a un equipo con estrellas y así asegurarse el 6º anillo. Kobe no es de esos, lo va a pelear como nadie, lo va a luchar como nadie y lo va a soñar como nadie, pero no abandonará su casa ni su corazón. Si para conseguir el sexto debe abandonar Los Angeles, Kobe Bryant no lo ganará. Lo que sí podrá hacer la Mamba Negra una vez retirado es decir “Once a laker, always laker”.

Es una lástima que los jóvenes y las nuevas estrellas de la NBA no se fijen en este tipo de jugadores y tengan comportamientos menos honorables. Pero ya saben, en la época de las redes sociales, en la NBA es Trending Topic “My city, my house, my heart” aunque sólo sea por postureo.