Los Hawks siguen sorprendiendo con una nueva victoria frente a un rival de fuste

ATLANTA HAWKS 104 - 97 HOUSTON ROCKETS

La aguerrida versión de Atlanta Hawks que nos estamos acostumbrado a contemplar durante la temporada regular bien podría recordarnos al príncipe chino Lang Ling, cuyo rostro era tan dulce que se veía obligado a llevar una máscara horrenda para ser capaz de arrastrar a sus tropas al combate, la carnicería cuerpo a cuerpo y –como consecuencia lógica- la victoria.

En efecto, los de Mike Budenholzer pueden engañarte con sus hechuras –de casta le viene al galgo, y 18 años en San Antonio dejan su impronta en cualquiera con vocación de esponja-, y te hipnotizan con su juego de equipo, su maquinaria perfectamente engrasada, sus hockey-passes, su candidez antes del salto inicial y datos tan significativos como el de ser los segundos en asistencias por partido (25.8 pp) de la liga.

Los Spurs del Este, sí, pero los Spurs con un cuchillo extra entre los dientes. Los Spurs con al menos diez Lang Lings (doce, si incluimos a Elton Brand y hasta a Adreian Payne, quien considero podrá aportar su granito de arena cuando lleguen los play-offs), que llevan 12 triunfos de 13, los tres últimos de verdadero prestigio frente a Bulls, Cavs y… Rockets.

El único momento realmente feo en el Toyota Center de Houston tuvo lugar a falta de tres minutos para terminar el primer cuarto, con varias pérdidas de balón consecutivas, unas cuantas manos de mantequilla y la vieja gloria –y clásico entre los clásicos de Atlanta, aunque ahora en la nómina de Houston- Jason Terry sembrando caos y recogiendo tempestades.

[embedyt]http://www.youtube.com/watch?v=Bt7b4jkbY2o[/embedyt]

Bien entrado el segundo los Hawks parecían estar sabiendo aprovechar todos los puntos débiles de su oponente (son muy evidentes, pero casi siempre consiguen disimularlos realmente bien), y un 47-31 creaba la suficiente preocupación como para que Trevor Ariza se hiciese el héroe y junto a Kostas Papanikolaou encadenase tres triples que les acercaron 48-40. Tuvo que ser Al Horford quien apretase los puños y contribuyese en ataque y en defensa (aquí acompañado en diversas fases por el eficiente Thabo Sefolosha y la solidez de Paul Millsap) para cerrar el periodo con 12 puntos de ventaja, 52-40.

Fue en el tercer cuarto cuando los de Kevin McHale, que lideran la NBA en triples intentados y conseguidos, igualaron la pelea gracias a las asistencias de James Harden –regular en ataque toda la noche, con 5/16 en tiro, pero un total de 14 pases con final feliz- y los triples de Terry y Nick Johnson, que fijaron el 74-74 tras una racha de 20-7. Destaquemos también a Dwight Howard, con 19 puntos, 11 rebotes y 5 asistencias (¡y 5 de 6 en tiros libres!), y a Patrick Beverley polífacético (4 de 9 en triples, 7 rebotes, 3 asistencias) pero con saldo negativo (+/-= -12) en la cancha.

La ausencia de Jeff Teague se dejaba notar en cierta falta de fluidez en instantes puntuales, pero el tino de Kyle Korver (22 puntos, 4 de 8 en triples), que jamás se arruga ante la adversidad y que situó con sendos triples el tanteador en –respectivamente- 81-76 y 95-90, dio paso a una sucesión de tiros libres que al fin inclinaron la balanza a favor de los de Georgia, cuya próxima prueba de fuego serán Dallas Mavericks, precisamente el conjunto que parece haber dado un salto cualitativo por encima de Houston Rockets en el Oeste gracias al traspaso de Rajon Rondo.

Si es verdad eso que dicen que el carácter determina tu destino, los Hawks parecen estar construyendo su futuro del modo adecuado, en una NBA que este año te hace pagar con creces la falta de concentración, las carencias de estilo, de talento o de plantilla.