L.A. Lakers, hasta aquí hemos llegado
Crítica a la mala gestión en los despachos angelinos
Los Angeles Lakers entraron en una mala dinámica nada más irse Phil Jackson, sufriendo una serie de catastróficas desdichas. Ahora mismo, la presidenta es Jeanie Buss, representando a la ya muy famosa familia Buss en Los Angeles, heredera del trono del gran Jerry Buss que tanta gloria ha traído al combinado de oro y púrpura. Por ahí pulula también el señor Jim Buss, vicepresidente de las operaciones de baloncesto, mientras que el General Manager es Mitch Kupchack.
Una vez vistas esas cabezas que son la imagen de lo que se está convirtiendo casi en un circo, vamos a echar un vistazo atrás antes de centrarnos únicamente en esta temporada.
Después de perder una final y ganar dos, a todo campeón le llega el momento en el que tiene que caer. Sin embargo, esta caída fue algo extraña. Sin demasiados cambios de roster, el equipo no funcionaba como lo hacía anteriormente. Phil Jackson dejaba el equipo tras los Playoffs de 2011 donde los Mavericks -que ganaron el anillo ese año- sacaron a unos Lakers de una manera contundente.
Con Jackson fuera, empezaba a haber ya varios cambios. Entre ellos, uno de los más destacados fue la contratación de Mike Brown como entrenador o el traspaso de Lamar Odom, que había sido clave en los dos últimos campeonatos angelinos. Pero no fue hasta el año siguiente cuando empezó la verdadera calamidad de los Angeles Lakers.
Tras hacer un traspaso por Jordan Hill, otro por Dwight Howard y otro por Steve Nash, los Lakers se habían quedado prácticamente sin rondas del Draft para el futuro. Ese equipo tenía que funcionar sí o sí. Pero ahí está el gran problema: ese equipo no funcionó.
Sin entrar en las peleas entre Kobe Bryant y Dwight Howard, digamos que en los Lakers todo fue mal desde el principio. Se echó a Mike Brown tras sólo 5 partidos y se trajo a Mike D’Antoni para explotar las virtudes ofensivas del equipo y sobre todo de un Steve Nash al que sus piernas y sobre todo su espalda no le carburaban para nada. Ese Nash estaba en un punto físico poco óptimo y lo pagó caro en esa temporada.
Luego vinieron los desajustes. Pese a tener una pareja interior llamada a dominar la NBA (Pau Gasol y Dwight Howard), o no se entendieron, o D’Antoni es un patán, o digan lo que ustedes quieran. Por X o por Y eso parecía un Ryan Kelly – Robert Sacre por momentos -así nos va ahora-. Además, Jordan Hill no rindió como quizás se esperaba, y un banquillo liderado por Earl Clark y Steve Blake no llevaba a los Lakers a ninguna parte.
¿Y que hacemos para hacer que este desastre funcione? Pues aferrarnos a lo que el aficionado Laker lleva aferrándose las últimas 20 temporadas: Kobe Bryant. El problema es que Kobe ya tiene por esas sus años, y pese a que hizo la temporada que a mí personalmente me parece más brutal en toda su carrera, su tendón de aquiles explotó cual palomita de maíz a falta de apenas 4 partidos de RS, en una de las noches en la oficina donde la arrastraba más que ‘el negro de whatsapp’.
Los Lakers se habían quedado huérfanos. Para esos Lakers no se había perdido un sólo jugador, se había perdido el alma del equipo. Los Lakers eran unos macarrones sin salsa, una película sin banda sonora.
Lógicamente, Dwight Howard dijo que se iba de ahí dejando a los Lakers sin futura estrella y sin rondas. Toma ya. El caso es que ahí empieza el casting de futura super estrella. Pero pese a contar con el dinero, la historia, Kobe e incluso Hollywood; no se trae a nadie del calibre que se esperaba.
Nos esperaba un año de caminar muchísimo por el desierto, pero uno de los principales chapuceros de lo sucedido la anterior temporada seguía en el banquillo. Mike D’Antoni, pese a no haber sabido gestionar un equipo que parecía que hubiera podido dar más. seguía al mando. Y lo cierto es que se podía llegar a pensar que D’Antoni podría hacer que sus jugadores sacaran gran rendimiento en ataque -donde es especialista-, pero ni por esas. La pregunta es… ¿Por qué permitió la directiva que esto sucediera por segunda temporada consecutiva? ¿Pur qué?
Y si a eso le sumamos que Pau Gasol sufre infecciones respiratorias, que Kobe se lesiona de gravedad una rodilla después de sólo 6 partidos, y que Nash sólo juega 15 partidos por problemas en su espalda… ¿Qué pasó? Pues que los Lakers tuvieron que delegar en otros jugadores pero encima se te lesiona la revelación de la temporada, Xavier Henry, y algunos «servibles» como Farmar o Young se pierden otros tantos partidos y entonces ya no te queda ni un oasis en el desierto. No queda nada.
Ese año casi se convierten en un equipo de D-League, con desconocidos pasando a diestro y siniestro. ¿Resultado? Catástrofe. Suerte que al menos esa vez sí se larga a D’Antoni.
Entonces llega Byron Scott, pero el equipo hay que montarlo. Se ha marchado Pau Gasol y para mí, se hacen los dos únicos aciertos en los despachos desde 2010: Julius Randle y Jordan Clarkson. Sin embargo, de nuevo la agencia libre resulta ser una catástrofe. Pese a lo cerca que vimos a Carmelo Anthony y alguno que otro, quiénes llegan son hombres como Jeremy Lin, Carlos Boozer acompañados de una bacalá de desconocidos.
Y volvemos a empezar. El futuro del equipo pasa por un jugador (Randle) que su temporada dura menos de un partido, Kobe se vuelve a lesionar de gravedad poco después de volver de la lesión anterior y el resto de jugadores son de perfil medio-bajo.
Y sin entrar a Playoffs por segundo año consecutivo acogemos a D’Angelo Russell con mucho cariño además de dos sorpresas gratas como Anthony Brown y Larry Nance Jr.
¿Agencia libre? ¿Se come? Volvimos a meter la pata y nos llevamos sólo a un jugador interesante, Lou Williams, si bien es cierto que adquirimos algún jugador algo más apto como Brandon Bass.
Pero el caso aquí es… ¿Se van a seguir tolerando años por el desierto sin hacer un cambio drástico? Va a ser la tercera temporada haciendo el ridículo pero desde el despacho no se oye ninguna llamada. Sólo intentamos ver que se puede hacer en verano, como los dos últimos años. ¿Después llega verano y qué? ¿Vamos a sentarnos otra vez con los Agentes Libres a hablar de Hollywood? De verdad, cosas así me hacen pensar que esto es una vergüenza.
¿Byron Scott? En un caso que comparo mucho con lo vivido en el fútbol español con Rafa Benítez al Real Madrid, no creo que tenga la culpa de todo. Él está intentando hacer el trabajo que sabe hacer pero no dispone de unos jugadores aptos para ello. Los aficionados y la franquicia quieren un estilo pero él defiende otro. No es nada personal, pero así no vamos a ir a ningún lado. No podemos pensar X pero intentar hacer Y.
Lo triste también es que hasta los aciertos salen agrios. ¿Lou Williams? Me parece fantástico pero no veo donde cuadra una inversión así cuando en el puesto de base tienes a dos de las tres mayores promesas del equipo. ¿Roy Hibbert? Lo que fue una obra maestra en los despachos se ha traducido en una basura en la pista.
¿Vamos a aguantar esto siempre? Las preguntas sin respuesta van aumentando, pero el caso es que en una temporada que prometía ser el principio de algo bonito, todo son problemas.
Y para más inri, Kupchack aseguró que el desarrollo de jugadores pasa a un segundo plano… ¿En serio? Me parece fantástico que Kobe tenga su retirada pero un roster son muchos más jugadores y me parece una falta de respeto esas palabras, sobre todo porque de ese desarrollo de jugadores depende el futuro de una franquicia que arde en deseo de salir de ahí.
Ahora, Kobe se va. Nos va a dejar. ¿Debe ser el único en irse? Quizá Los Angeles Lakers necesiten de más cambios drásticos. Es el momento, y si nadie está dispuesto a hacerlo, alguien más tendrá que hacerlo. Ya pueden señalar ustedes a quién gusten. Hay que encontrar un equipo y un líder. A lo que ya nos hemos remitido durante 20 años no va a poder ser. Hay que ser algo más prácticos.