
¡Soy de los Knicks!
A simple vista la frase de arriba seria una afirmación como cualquier otra, pero en los tiempos que corren seguir los colores naranja y azul es para los de fuera un asunto más que temerario y para los de dentro un derroche de optimismo.
Sobre todo si tenemos en cuenta que para presentar a unos Knicks ganadores tenemos que remontarnos a imágenes con más de cuarenta años. Pero no voy a ser yo el que analice u opine de la situación de los Knicks, de eso que se encarguen otros.
Hace algún tiempo tirando de hemeroteca, encontré un vídeo del mítico Andrés Montes. El mítico comentarista, que en ocasiones expresó su simpatía hacia los Knicks, comentaba lo siguiente en referencia a los Knicks:
«Los Knicks son un camelo, estos Knicks viven de aquello (en referencia a los dos únicos títulos de la franquicia en la década de los 70), los Knicks son una bacalada y todos los años es lo mismo».
Con la NBA ya instaurada en mi vida de un modo mucho más pasional y cuando los Knicks, por decisión propia, se habían convertido en el equipo de mis amores, esa frase ratificaba más mis sospechas sobre el desastre y la desidia que reinaban en la franquicia de la Gran Manzana. Casi 12 años después la situación es muy parecida, pero eso da para otro artículo.
Aquello solo aumentó más mi curiosidad y mi amor por los Knicks, y sin quererlo ni beberlo enviaba a mi cabeza una pregunta que me rondaría y me sigue rondando sin una explicación definitiva a día de hoy.
¿Por qué somos de los Knicks?
Parafraseando a José Ajero, un knickerbocker declarado, por miles de motivos contables e incontables, deportivos y extraderportivos, concretos y abstractos, por las leyendas, por sus luces, por vivir el basket, por respirar el basket, por el Madison Square Garden…
Y no le falta razón, por qué ser de los Knicks es eso y mucho más.
En primer lugar, por nuestros años dorados, por el glamour, por el estilo, por qué en la franquicia no siempre se respiro un aire tan turbio. Y es que hubo una época, una época de gloria donde los Knicks se codeaban con la élite de la liga. Hablo por supuesto de la década de los 70, un tiempo donde el coraje y el pundonor neoyorquino se unían con el orgullo de una franquicia fundadora de la NBA para gritar el fantástico ¡ Defense!
En segundo lugar, por el Madison Square Garden. Y es que estamos hablando MSG del recinto deportivo más importante de la historia de los EEUU. Allí tuvo lugar el combate del siglo entre Muhammad Ali y Joe Frazier, allí han actuado los más grandes y sobre todo, allí un 8 de mayo de 1970, un renqueante Willis Reed salía hacia la cancha con un espíritu heroico para dar el primer título a los New York Knicks. Por qué los Knicks y el MSG van de la mano y es imposible imaginarlos separados.
En tercer lugar, por Nueva York. Por qué Nueva York es la ciudad de baloncesto, desde la canasta estropeada de cualquier parque de vecindario al mítico Rucker Park, donde las estrellas se codeaban con muchachos de barrio por un poco de gloria callejera. La meca del baloncesto, el lugar de los rascacielos, de las luces, el mejor lugar en el mundo para ganar un anillo, las calles que vieron nacer a Jabbar, Jordan, Cousy o Erving, hablando en plata, la meca del baloncesto.
Por nuestras leyendas, por Willis Reed, Walt Frazier, Earl Monroe, Bill Bradley, Dave DeBusschere, Red Holzman, Phil Jackson, Pat Ewing, John Starks, Bernard King e incluso por Spike Lee. Unos más importantes que otros, unos campeones y otros no, muchos jugadores y algunos entrenadores, por toda esa gente que puso su grandeza al servicio de un equipo, de una ciudad, de una defensa, de un rebote, de una canasta, de una pelea.
Y por último, pero no menos importante, por nuestros fans. Por el iniciado y esperanzado, por el viejo y pesimista, por el forofo irracional, por el fan paciente e incluso por el turista esporádico. Por todos ellos, los Knicks pueden presumir de tener una de las masas sociales más grandes de toda la NBA y una de las aficiones más fieles de la historia del deporte. Por qué como muchos saben un equipo no es grande por sus títulos si no por los sentimientos que despierta
En definitiva ¿Por qué somos de los Knicks?
Sinceramente no lo sé, y dudo que esto sirva para explicarlo, posiblemente todo esto sea un conjunto de tonterías y argumentos sin sentido, en definitiva, una pérdida de tiempo absoluto.
Pero si hay un equipo que despierta pasiones incomprensibles e irrazonables esos son nuestros queridos Knicks.
¡Let´s go Knicks!