¿Siguen los Jazz comprometidos con jugar con interiores?

Con la liga tratando de copiar a los Warriors, Utah debe seguir su camino

Sabemos ya todos la historia de cómo los Golden State Warriors ganaron su primer anillo desde 1975, mandando al banquillo a su pívot Andrew Bogut y llevando el small ball hasta el extremo, obligando así a los Cleveland Cavaliers a tomar una decisión con respecto al que estaba siendo su segundo jugador más importante en las Finales, el ruso Timofey Mozgov. Esa revolución, que no comenzó con el equipo de Stephen Curry, Draymond Green y Steve Kerr, pero que fue el que la hizo posible, barrió todo el país encendiendo una llama que ha terminado por alterar la fisonomía de la NBA actual, y los Utah Jazz se encuentran en una encrucijada a pesar de ser uno de los pocos equipos yendo definitivamente en dirección opuesta, o al menos eso parece.

En los Playoffs de 2015 los Washington Wizards también tuvieron éxito con Paul Pierce jugando de ala-pívot y el objetivo este curso era construir sobre ello, aunque al final la experiencia ha terminado con el entrenador jefe Randy Wittman en el paro y el equipo de la capital fuera de las eliminatorias por el título. Los Indiana Pacers, a petición de su presidente, el legendario Larry Bird, trataron también de emular a los Warriors, o a sus ancestros, los Phoenix Suns de Mike D’Antoni, visionando a su estrella Paul George como ala-pívot y acelerando el ritmo para anotar más puntos. George siempre se mostró reacio y el entrenador Frank Vogel retomó el juego con dos grandes llevando a los Pacers al séptimo puesto en la Conferencia Oeste y al séptimo partido de la serie de primera ronda contra los Toronto Raptors. Sin embargo Vogel no fue renovado porque Bird quiere anotar más puntos, y ahora será su asistente Nate MacMillan el que tratará de llevar a cabo los cambios requeridos por su jefe. Los Sacramento Kings firmaron a George Karl porque su excéntrico propietario – ex propietario minoritario de los Warriors – quería un baloncesto más atractivo, casi sacado de un videojuego. Sin embargo los californianos tienen al mejor pívot ofensivo de la NBA y pasaron otra temporada malgastando su talento con el ritmo más alto de la liga – produciendo un rating ofensivo por debajo de la media y un rating defensivo muy cerca de las últimas posiciones -. Ahora han traído a Dave Joerger desde los Grizzlies para ver si puede traer algo de la magia que en Memphis ha desplegado estos últimos años la combinación Marc Gasol – Zach Randolph.

¿Por qué digo todo esto? No hay sistemas buenos ni malos, como se ha podido comprobar, sino sistemas que se adapten a los recursos de cada equipo. Como han repetido durante todo el año jugadores, entrenadores, periodistas y ejecutivos, no se puede reproducir lo que hacen los Warriors porque no todos tienen esa versatilidad e inteligencia, y mucho menos al dos veces MVP de la liga, pero eso ya es otra historia. Utah, con dos pívots de enorme nivel en defensa, gran capacidad física, mucha juventud y posibilidades de desarrollo en ataque se encuentran en una tesitura interesante. Los Jazz, a pesar de que su entrenador jefe Quin Snyder declarase el pasado verano que habían tomado la decisión de jugar grande, dieron algunos palos de ciego a lo largo del curso pasado, lo que llevó a Dan Clayton de Saltcityhoops.com a elaborar un concienzudo análisis sobre la viabilidad de un equipo con Rudy Gobert y Derrick Favors jugando juntos.

Los números le dan la razón a Clayton, y los Jazz son mejores cuando los dos comparten la pista tanto por su envergadura e inteligencia defensiva como por la promesa de un mayor desarrollo ofensivo. La incorporación de Trey Lyles ha sido una muy grata sorpresa y a largo plazo amplia mucho las posibilidades de Utah tanto en ataque como en defensa, pero eso no es incompatible con la pareja de grandes con la que cuenta Snyder, simplemente aumenta, y mucho, la versatilidad de la franquicia de Salt Lake City. Las exitosas combinaciones de dos interiores puros en la NBA reciente casi siempre han incluido un miembro de ellas que pudiera tirar de media y/o larga distancia, como David West en Indiana, o Pau Gasol en Lakers. En algunos casos como en Memphis sus dos integrantes son adeptos a encestar de cinco o seis metros. Favors está siguiendo ese camino aunque sus números todavía son muy mejorables.

Su efectividad en situaciones catch & shoot – o recibir y tirar – es igualmente mediocre, con un 39,4% en 4,2 intentos por encuentro. Como bien dice Clayton en su artículo los Jazz procuran posicionar a uno de sus dos grandes en el poste alto – con resultados todavía poco prometedores con Gobert – y al otro en el poste bajo opuesto, tratando así de espaciar un poco más la defensa rival en la pintura. Aún así, la pareja Gobert – Favors, cuando comparte la pista, supera a los rivales en 4,5 puntos por cada 100 posesiones en los más de 880 minutos que han disputado juntos, y la superioridad que establecen en los tableros puede ser cada vez más importante a tenor de lo que está aconteciendo en los Playoffs con hombres como Enes Kanter y Bismack Biyombo.

El proceso de convertir a estos dos grandes en un dúo compatible en ataque nunca iba a ocurrir de la noche a la mañana, y mientras que Gobert debe tratar de seguir aumentando ese 7,3% de asistencias para convertirse en una opción viable como distribuidor desde el poste alto – como Mason Plumlee para los Blazers contra los Clippers en la primera ronda de los Playoffs de este año -, Favors debe seguir trabajando su tiro de media distancia para ampliar sus posibilidades en el pick n’ roll.

Con ambos aún muy jóvenes y ante la necesidad en un par de años de tomar decisiones con respecto a sus contratos – que pueden ser astronómicos -, los Jazz deben seguir construyendo alrededor de su temible presencia en la pintura porque las posibilidades de éxito son todavía muy halagüeñas y en el peor de los casos hay tiempo de recular en el futuro con respecto a temas contractuales. Ahora la labor de la directiva del equipo debe ser seguir rodeándoles de playmakers en el perímetro que puedan tirar y crear juego en el pick n’ roll, como Rodney Hood o Gordon Hayward, porque es precisamente en ese aspecto del juego donde Utah ha andado corto con las respectivas lesiones de Dante Exum y Alec Burks, y no en la, aún por mejorar, combinación interior de sus pívots.

Como dice Clayton en su artículo: «los mejores equipos tratan de dictar esos cambios de estilo, no sólo reaccionar ante ellos. Y ciertamente no entregan sus ventajas dejando que el otro equipo decida cuándo y cómo pueden utilizar a sus mejores jugadores».