La historia debía a LeBron James un nuevo anillo

vuelve a hacer historia y logra su tercer MVP de las finales

lebron james
Foto: Keith Allison (CC)

Aquí más de uno sabrá que mis colores están lejos de las tierras de Cleveland. Incluso lejos de la Conferencia Este. Incluso lejos de la mayoría de equipos de la Conferencia Oeste (cosa que ha provocado las quejas y lloros de personas como Jason Kidd). Aun así, he vivido el séptimo partido como si lo hubiesen estado disputando mis queridos jugadores de la franquicia de Colorado.

Soy un gran fan de Matthew Dellavedova, pero aparte del llamativo jugador australiano, siento una enorme debilidad por Kyrie Irving. Criticado por muchísima gente allá por 2012-2013 porque bocadillo de lentejas, mientras que LeBron aún estaba por Miami era él quien tiraba del carro de los Cavs con apenas 20-21 años. Ya entonces dejaba grandes destellos de una enorme calidad, pero que a veces se veían tapados por su mala defensa y por su excesiva cantidad de lanzamientos a canasta. Aun así, su descaro y su talento me hicieron enamorarme de su estilo de juego y lo sigo desde entonces, habiendo tenido mil discusiones (sobre todo en el pasado) por defenderlo.

Pero a esa lista se une un tercer jugador que fue, seguramente, el que me hizo vivir el partido de una forma tan intensa: LeBron James.

LeBron abandonó Cleveland en 2010 dejando la ciudad como si fuese un traidor. Conocidas son las imágenes de varias personas quemando su camiseta o haciendo diferentes tipos de «homenajes» al que para ellos era ya su ex-heroe. El de Akron abandonó su ciudad natal para tratar de conseguir un anillo. Y lo consiguió, pero por partida doble.
Cuando todo el mundo apuntaba a que LeBron o se quedaría en Miami o se iba a algún equipo grande yo insistí e insistí en que LeBron iba a volver a su casa. La progresión de Irving y Thompson y el hecho de disponer de un 1er pick de nuevo (que terminó siendo Wiggins) me hacía pensar directamente en eso. Y así fue. Antes del inicio de la temporada pasada LeBron James, como él mismo anunció, volvía a casa. Y el experimento salió bien, pero en la final de PO todo se torció frente a GSW y LeBron hizo una de las actuaciones individuales más grandes que he visto en toda mi vida (si no la mejor). Fue algo absolutamente histórico, pero que no terminó en buen puerto, ya que se notó demasiado las ausencias de Irving y Love, y pese a hacer números pocas veces visto antes, terminó con las manos vacías.

Es por ello por lo que quería la victoria de los Cavs. La historia le debía a James un anillo más. Y ojo, que no digo que los GSW no se lo mereciesen el año pasado, pero sí que partieron con ventaja ante un LeBron que estuvo excesivamente solo.
Volvió a Cleveland con sólo un objetivo en mente: darle a su ciudad el anillo que le debía y hoy por fin ha cumplido su promesa. Ahora ya puede empezar a arder Twitter sobre si decidirá quedarse en casa para tratar de conseguir más anillos o buscará una nueva aventura en otro equipo. Pero a mí no es lo que me interesa.

Lo que me interesa es que acabo de volver a un jugador hacer historia. LeBron (y que me perdonen los fans de Kobe) es lo más grande que han visto mis ojos en términos baloncestísticos de lejos. Un jugador que, vaya donde vaya, convierte automáticamente a ese equipo en un equipo contender. Un jugador que el año pasado consiguió 35.8 puntos, 13.3 rebotes y 8.8 asistencias y aun habiendo perdiendo las finales, sonó en todas las apuestas como MVP de las finales. Y que este año ha hecho algo incluso mayor (aunque los números sean más bajos), habiendo conseguido 29.7 puntos, 11.3 rebotes y 8.9 asistencias, pero siendo el máximo anotador (208), el máximo reboteador (79), el máximo asistente (62), el máximo ladrón(18) y el máximo taponador (16) de la serie, EN LOS DOS EQUIPOS. Y hay gente que sigue sin querer ver la grandeza de LeBron. El único jugador en la faz de la tierra en conseguir 3 anillos, 3 mvp de las finales y 4 MVP junto a, sí, el mejor jugador de la historia: Michael Jordan.

Lo que he visto esta noche (y sin duda, lo que vi el año pasado también) es algo que podré contar a mis nietos con una sonrisa en la boca, y sabiendo que he vivido un momento único. Porque ya no es cuestión de si tiene 3 o 200 anillos, es cuestión de que estoy viendo jugar a uno de los más grandes de la historia y que aún tiene mucho que ofrecernos. Porque sí, en unos meses cumplirá 32 años, pero adivinad quién, a esa misma edad, tenía los mismos anillos que LeBron. Veo que lo vais pillando.

LeBron tiene ante sí mismo la oportunidad de reclamar el trono que en ese anuncio cómico le arrebató su compañero de oficina, y situarlo en el olimpo de los mejores jugadores de la historia. Yo personalmente ya lo pondría, pero sabiendo la cantidad de años que le quedan por delante, solo depende de él, ponerlo con o menos fuerza entre las leyendas de la NBA. Solo el tiempo lo dirá.