Chicago Bulls 1998-2004: de la gloria al sótano de la NBA
La díficil resaca de los años post Michael Jordan
Los Chicago Bulls fueron, sin duda, el equipo de la década de los noventa en la NBA, a años luz de los Rockets de Olajuwon, los Spurs de Duncan y Robinson o los Jazz de Malone y Stockton.
Sin embargo, con la marcha de las tres caras visibles de esta época dorada, Michael Jordan, Scottie Pippen y el entrenador, Phil Jackson (y del resto de miembros destacados del equipo, salvo Toni Kukoc y Ron Harper) en distintas circunstancias durante el lockout de 1998, tuvo lugar un desmantelamiento sin precedentes en la NBA de un equipo campeón cuyas bajas apenas fueron cubiertas, lo que auguraba una dura temporada 1998-99 (en caso de que se disputase).
Efectivamente, esa anómala temporada de apenas 50 partidos marcó de forma abrupta el inicio de un largo paso por el purgatorio para los Chicago Bulls: ser tercer peor balance (13-37) de la NBA y peor del Este o estar entre los cinco peores equipos de la liga en prácticamente todas las categorías estadísticas significativas (peor equipo en ataque con una paupérrima media de 81’9 ptos por partido) formaban parte de un largo etcétera que tan solo paliaba la defensa (14ª marca de la liga con 91’4 puntos encajados de media), todo ello con un head coach inexperto en los lares de la NBA, como Tim Floyd, quien demostró con el paso de las temporadas que sacar adelante al equipo le venía grande.
En resumidas cuentas, todo funcionaba mal en Windy City salvo la afición (acreditada como la más fiel del planeta NBA durante casi dos décadas), que abarrotó noche tras noche las más de 22.000 localidades del United Center, incluso durante la sonrojante derrota por 82-49 ante los Heat (peor anotación de un equipo desde que se implantó el reloj de posesión), una muestra más de la lealtad de una afición esperanzada, a pesar de que el equipo caía inexorablemente al precipicio.
Ofensivamente, la única mención destacada fue para Toni Kukoc, quien, por fin, asumía el rol de primera opción ofensiva y, por ende, de jugador franquicia, hecho del que daban fe sus 18’8 ptos, 7 rebs y 5’3 asts por partido (todo ello topes de carrera y del equipo durante esa temporada). Sus escuderos, un veterano Ron Harper que quería seguir dando guerra y un joven Brent Barry (hijo del mítico alero de los Warriors, Rick Barry) que buscaba demostrar más que en su anterior etapa en los Clippers, eran los únicos jugadores dignos de mención en estos Chicago Bulls que, por lo demás, estaban plagados de jugadores de relleno, que tuvieron ese año más minutos que nunca.
Para la temporada 1999-2000 las expectativas eran similares: reconstruir a partir de las ruinas. Por ello, a diferencia de la anterior década, las esperanzas de futuro estaban puestas en el Draft, que reportó dos «picks» de calidad para la franquicia de Chicago Bulls, con todo un nº 1, como el ala-pívot Elton Brand y el alero Ron Artest (nº 16), conocido ahora bajo el nombre de Metta World Peace.
Cumpliendo con casi todos los pronósticos, la temporada fue bastante mala, con un balance de 17-65 (peor de la Conferencia Este y segundo peor de toda la competición, con una racha inicial de 2-26) y manteniendo incluso peor línea que la temporada anterior (tal y como reflejan las estadísticas). Las únicas notas de color de un año gris lleno de inestabilidad a todos los niveles en la franquicia (hasta un total de 20 jugadores, algo inaudito, disputaron algún partido con los Chicago Bulls) fueron las sólidas «rookie seasons» de Elton Brand (rookie del año junto al base de los Rockets, Steve Francis, merced a sus promedios de 20 ptos, 10 rebs, guarismos solo alcanzados en la franquicia por Artis Gilmore) y Ron Artest (12 ptos de media y segundo equipo de Rookies), a partir de los cuales se esperaba cimentar el futuro de la franquicia, debido a la marcha a mitad de temporada de Toni Kukoc como resultado de un traspaso a tres bandas con Sixers y Warriors, que trajo a Chicago a un John Starks que apenas disputó 4 partidos con la franquicia antes de poner rumbo a Utah. Por otro lado, la afición fue tan cumplidora como de costumbre, llenando el United Center en todas las contiendas, a pesar de la pobre marca de 12-29 como local (5-36 como visitante).
Tras una fracasada campaña de captación de alguna estrella libre en verano (Se habló de nombres como Tim Duncan, Grant Hill o Tracy McGrady) las esperanzas de futuro estaban puestas en el Draft del 2000, que supuso la llegada del ala-pívot Marcus Fizer (4ª elección) y el escolta Jamal Crawford (8ª elección traspasada de los Cavaliers) y en la apuesta por otros jóvenes valores de los que se esperaba su explosión en la liga, casos del alero Ron Mercer y el pívot Brad Miller.
Con la plantilla más joven de la competición (apenas 23 años de media), que incluía a siete rookies, los Bulls arrancaban la temporada 2000-2001 con las esperanzas puestas en un prometedor futuro a medio plazo y con la noción de que aún había mucho por hacer.
De hecho, esta fue la temporada en la que el equipo tocó fondo, con el peor balance de toda la NBA (15-67) y de toda la historia de la franquicia, que incluyó «hitos» como la racha de derrotas más larga de la historia de la franquicia como local, con ocho (11 Nov-19 Dic), superando la previa de seis; la racha de derrotas más larga como visitante, con 25 (21 Dic-10 Abr) y, por último, la racha de derrotas más larga a nivel global en la franquicia, con 16 (8 Ene-6 Febr), superando la previa de 13, que databa del año 1976. Ante tal panorama, incluso la afición comenzó a «fallar», cuando el 3 de Noviembre ante los Nets se registró el primer «asientos disponibles» de los Chicago Bulls como locales desde el 17 de Noviembre de 1987 (casi 13 años de llenos consecutivos), sin embargo, fue el 2º equipo con mayor asistencia media como local de todo el campeonato, congregando a una media de 21.674 espectadores.
A pesar de semejante debacle, la temporada dejó atisbos de esperanza, con Elton Brand y Ron Artest manteniendo el nivel de su temporada rookie, con un Ron Mercer que había confirmado la vitola de anotador fiable (19’7 puntos por noche) y caras nuevas como Brad Miller, Marcus Fizer (2º equipo de rookies) y Khalid El-Amin (quien jugó su única campaña en la NBA en favor de una larga trayectoria en Europa), que rindieron más o menos al nivel esperado.
La campaña 2001-2002 era vista como un nuevo trayecto por la senda de la más rampante mediocridad a nivel deportivo, sin bien, las perspectivas eran algo mejores que en veranos previos. De hecho, los Chicago Bulls contaban nuevamente con un «pick» de privilegio en el Draft (nº 4) que empleó en elegir a un interior recién salido del Instituto, como Eddy Curry, en un Draft que marcó un precedente en cuanto a jugadores extranjeros elegidos (12 entre ambas rondas)y jugadores que acababan de salir desde el instituto elegidos entre los diez primeros, con 4, entre los que destaca Kwame Brown (que acabaría siendo un fracaso), primer nº1 recién salido del «high school.»
Por otro lado, el Draft marcó el inicio de la remodelación de la plantilla que tuvo lugar a lo largo de la temporada, con el controvertido traspaso de Elton Brand a los Clippers en la operación que trajo a Tyson Chandler (2º pick) a Chicago, a lo que se añadió la llegada de otro rookie, Trenton Hassell (nº 34) y el alero Eddie Robinson como agente libre.
En sintonía con años anteriores, el inicio de temporada de los de Illinois fue pésimo, con apenas 1 victoria en los primeros 13 partidos de temporada tegular y dejando noches para el olvido, como la humillante derrota ante los Timberwolves de Garnett el 8 de Noviembre por 74-127 (Esos 53 puntos de diferencia son la peor derrota de la franquicia hasta la fecha) que, a su vez, sentenciarían a Tim Floyd mes y medio más tarde, quien optó por dimitir en Nochebuena, cuando el equipo atravesaba una racha de 14 derrotas consecutivas fuera de casa (que se extendió a 18) y poseía el peor récord de la competición (4-21), dejando así el dudoso legado de haber sido el entrenador de los peores Bulls de la historia (49-190 de balance global).
Tras dos partidos de transición (ambos saldados con derrota) bajo la batuta de Bill Berry, el 28 de Diciembre se contrató a Bill Cartwright, ex-asistente y miembro del roster que consiguió el primer three-peat de los Bulls, con el objetivo de insuflar aire fresco al equipo. Si bien lo consiguió en cierta medida (el listón estaba bajo), el equipo no acaba de carburar y, por ello, la directiva comandada por Jerry Krause decidió dar un golpe de efecto el 19 de febrero (cuando, tras una buena racha, el equipo parecía volver a entrar en barrena), protagonizando el traspaso más sonado de la temporada, con tres miembros del quinteto titular: Ron Mercer, Ron Artest y Brad Miller, más el suplente Kevin Ollie, haciendo las maletas con destino Indianapolis, con el swingman estrella, Jalen Rose, Travis Best y Norman Richardson tomando el camino opuesto, en un intercambio que se preveía bastante desigualado pero que, a la postre, no fue tan negativo para los intereses de los Chicago Bulls.
La llegada de un jugador como Jalen Rose, en pleno clímax de su carrera, tuvo un efecto inmediato, liderando al equipo en su primera racha de tres victorias consecutivas en dos años, sin embargo, el equipo no tardó en volver a las andadas, ganando seis de los siguientes 27 partidos, para cerrar la temporada con una marca de 21-61, la peor de la competición junto con los Golden State Warriors.
A pesar de tan mala temporada que, además supuso el «abandono» de la afición por primera vez en casi dos décadas (la asistencia media al United Center bajó en 2700 espectadores respecto al año anterior, situando a los Bulls novenos en este aspecto), los Chicago Bulls tenían fundadas esperanzas de futuro con Jalen Rose, la recuperación a finales de temporada del lesionado Jamal Crawford y las buenas temporadas como rookie y sophomore, respectivamente, de Trenton Hassell (Rookie del mes de Febrero) y Marcus Fizer.
A diferencia de anteriores años, la temporada 2002-2003 se veía con esperanzas renovadas, puesto que, los Chicago Bulls contaban desde el comienzo con un Jalen Rose estelar, a quien se añadieron caras nuevas como el base Jay Williams (Nº 2 del Draft 2002) y el versátil alero, Donyell Marshall quienes, se esperaba que complementasen a Jamal Crawford, Marcus Fizer, Eddy Curry y Tyson Chandler, jugadores jóvenes de los que se esperaba que dieran un salto de calidad.
Tras un arranque prometedor (2-0 por primera vez en 6 temporadas), los Chicago Bulls perdieron fuelle rápidamente, para quedar con una marca de 4-15 a principios de diciembre, tras encadenar nueve derrotas consecutivas, lo que hacía prever, de nuevo, una temporada tormentosa. Aunque, en parte, lo fue, con un pésimo récord de 3-38 fuera de casa (peor marca de la historia de la franquicia), la solidez del equipo en el United Center (que se vio recomendada con un aumento de la asistencia media en casi 1000 espectadores), con una respetable cosecha de 27 victorias, a la altura de varios equipos que se clasificaron para los Playoffs, permitió maquillar la temporada (30-52 de marca final) y alejar al equipo del furgón de cola de la NBA (acabó con la 23ª mejor marca de la liga y 12ª del este), si bien, había un abismo de 12 victorias respecto a los puestos de acceso a la postemporada.
Tras una temporada llena de anécdotas, entre las que destaca la ovación del United Center a Michael Jordan (quizá una de las más sobrecogedoras de la historia del deporte) la noche del 24 enero, con motivo de su retida definitiva al final de dicha temporada; se avecinaban vientos de cambio, con la renuncia del vetarano GM Jerry Krause el 7 de Abril quien, una semana más tarde fue reemplazado por John Paxson, miembro de los mejores Bulls de siempre, de quien se esperaba que hiciera de Jalen Rose y jóvenes como Jay Williams (2º equipo de rookies y miembro del equipo de rookie del All-Star), Tyson Chandler (equipo de sophomores del All Star) o Eddy Curry (líder de la temporada en porcentaje de tiros de campo) la base del equipo a corto-medio plazo.
La temporada 2003-2004 era vista como el cierre de la etapa más oscura de la historia de los Chicago Bulls, puesto que, una vez alcanzada la cota de las 30 victorias en Temporada regular, los Playoffs ya no parecían una utopía. A pesar de la pérdida indefinida por lesión de Jay Williams, las llegadas de nombres como el base Kirk Hinrich (Nº 7 del extraordinario Draft del 2003) o el veterano Scottie Pippen durante el verano, a quienes se añadieron Antonio Davis, Jerome Williams y Chris Jefferies a principios de temporada (en el traspaso que llevó a Jalen Rose, Donyell Marshall y Lonny Baxter a Toronto) parecían formar, al menos, un conato de equipo sólido. Este traspaso múltiple coincidió con la llegada de Scott Brooks, que reemplazaba a un Bill Cartwright que no acaba de cumplir los objetivos (4-10 fue su marca como entrenador esa temporada) marcados.
Scott Brooks dejó su impronta a lo largo de la temporada, con un equipo más defensivo (mejoró el Rating Defensivo hasta el 16º de la competición) y ordenado. No obstante, la temporada distó de ser buena, con un récord global de 23-59, segundos por la cola en temporada regular tras los Orlando Magic. A pesar de todo, los cimientos de los Bulls del futuro eran sólidos, con unos emergentes Kirk Hinrich (Primer quinteto de rookies y 7º asistente en promedio de la competición) y Eddy Curry (quien ya promediaba 15 pts y 6 rebs) a la cabeza.
Tras un provechoso Draft en el que consiguieron a dos de los mejores «prospects» del momento, casos de Ben Gordon (Nº 3) y Luol Deng (Nº7), quienes fueron jugadores clave en las temporadas posteriores, los Bulls estaban listos para despegar por primera vez en más de un lustro y, en esta ocasión, lejos de ser un mero amago, los Chicago Bulls se asentaron como uno de los equipos más regulares de la siguiente década en la Conferencia Este, con 10 presencias en Playoffs en 11 temporadas, incluyendo unas Finales de Conferencia en 2011 ante los Heat de LeBron James durante la temporada que tuvo al jugador local, Derrick Rose, como MVP de la Temporada Regular, pero eso ya es otra historia.