¿Por qué los jugadores no pueden elegir su propio camino?

Muchos aficionados se muestran injustos al valorar a los jugadores por su decisión de dejar un equipo

Después del partido de los Cavaliers contra los Heat el pasado día de Navidad, los periodistas le preguntaron a LeBron James como se había sentido en su vuelta a la que ha sido su casa durante las últimas cuatro temporadas.

«Es muy emocional», respondió de primeras el alero. «Es realmente duro jugar bajo estas circunstancias… muy difícil.» «Pienso que estos fans son geniales. Siempre he hablado de ellos y he dicho esto. Ellos siempre han mostrado su lealtad.»

Y justo después de estas declaraciones, hizo una que me lleva hoy a cuestionarme la pregunta que plantea el título de este artículo.

«La duda que tengo que ha estado molestándome de algún modo de vez en cuando es que cuando un jugador decide su propio destino, siempre hay interrogantes sobre por qué este tipo hizo esto, hizo lo otro o ahora hace esto,» dijo. «Pero cuando la organización decide por otro lado por un jugador, ellos hicieron lo que es mejor para el equipo. Date cuenta de eso de vez en cuando.»

Desde mi humilde opinión, no puedo estar más de acuerdo con las palabras de James. Hoy en día, muchos fans son injustos con las grandes estrellas que deciden cambiar de uniforme. Pasan de amar a su ídolo a odiarlo el día siguiente por el simplemente hecho de que éste prefiera seguir su carrera en un equipo diferente.

Al hablar de este fenómeno, muchos recordarán y utilizarán en su defensa que, por ejemplo, el propio LeBron sacó tajada de su situación de agente libre en el verano de 2010, llegando a incluso realizarse un especial televisivo llamado «The Decision» en el que el hasta ese momento siempre Cavalier daría a conocer si renovaría con Cleveland o marcharía a otra tierra prometida a buscar fortuna. Durante unas semanas, «King James» mantuvo el suspense, reconociendo después que su decisión fue tomada bastante tiempo antes de que se emitiera el programa. Todo este show que se montó alrededor de lo que para muchos es un drama (perder a el mejor jugador de la liga) y la decisión final de James, irritaron a muchos aficionados de los Cavs y del resto de la liga.

LeBron JamesLeBron entonces pudo equivocarse o no, pero más allá de ello, se le trató muy injustamente después de todo lo que el de Ohio le ha ofrecido a los aficionados al baloncesto. En Cleveland se quemaron camisetas con su nombre el día que se emitió «The Decision», se le abucheó en cada visita que este hizo al Quicken Loans Arena vistiendo el uniforme de Miami, y en general muchos aficionados de la liga ganaron enemistad hacia él.

Y a todo esto yo pienso… ¿En algún momento se dieron cuenta de que LeBron es una persona que quiere aprovechar su vida y que por ello toma decisiones pensando en él y su familia? ¿Se han parado a pensar todas esas personas que las estrellas del deporte quieren ser el máximo de felices y quizás para ellas lo primero sea su propia persona y sus seres queridos más cercanos?

No es de recibo señalar a estos jugadores como los culpables de la infelicidad con la que se encuentran muchos aficionados cuando estas situaciones se dan, pues ellos no tienen la culpa de que la franquicia, ciudad o país en el que se encuentran sea el culpable de que su ídolo ya no juegue en su equipo amado. En todos los países del mundo los grandes jugadores de baloncesto optan por mudarse a las ligas donde se les puede pagar el máximo, hecho que se refleja en la migraciones de jugadores talentosos a ligas europeas, que son el último paso antes de cruzar el charco con dirección a la NBA. ¿Deberíamos tachar a estos jugadores de tener una actitud cruel con los fans? ¿Deberíamos ser hostiles con ellos? Yo creo que no. Creo que si existe algún problema con la marcha de talentos a otros países o equipos, éste deriva de las características de la estructura del lugar del que vienen, que terminan siendo las causas por las que aquí no podemos disfrutar de la misma manera que en Estados Unidos de los mejores equipos y jugadores de nuestro deporte favorito unas tres o cuatro veces por semana.

Por si todo esto no fuera suficiente para ser un poco más comprensivos y justos con los jugadores, me gustaría que todos pensáramos que decisión tomaríamos si hoy mismo nos dijeran que podemos elegir entre tomar una vida distinta y más feliz, o continuar con la que llevamos hasta ahora. Todos escogeríamos la píldora roja.