Veinte años y muchos jugadores, muchos entrenadores, demasiados fiascos, proyectos que no cuajan y un sin fin de millones han pasado para que el Real Madrid alzase anoche al cielo de Madrid su novena Copa de Europa, en una final que los de Pablo Laso dominaron y supieron cerrar, sin bajones en su juego, haciendo gala de una plantilla comprometida con la causa y con una afición entregada a sus jugadores.
Llegaban los griegos a la final después de haber derrocado al todopoderoso CSKA de Moscú, en el penúltimo show de Spanoulis, el hombre tranquilo, el que no conocía la derrota en la Final Four, secundado por un Pritezis llamado a aparecer siempre en los momentos calientes, y con un sequito de luchadores incansables a sus espaldas, guerrilleros que se las saben todas. Y no olvidemos a su afición, miles de griegos abarrotaban desde hora antes de la final las gradas del Palacio.
El balón echó a rodar, los de rojo daban con la tecla, y un Madrid muy perjudicado por las faltas en su juego interior no daba con la tecla. Matt Lojeski aprovechaba los huecos que dejaban los blancos en la defensa sobre Spanoulis para coser al Real Madrid desde el perímetro. No se encontraban los blancos, sin hambre, perdidos en la trampa que había preparado Bartzokas.
Entonces llegó el hombre de la final, y de la semifinal, y del torneo, Andrés «El Chapu» Nocini, y dotó al equipo de una garra y un caracter sin igual, silencio a la ruidosa aficón del Pireo, secundado por un imperial Maciulis, que con 2 triples desde Lituania rompía el partido y mandaba a su equipo con +7 al descanso.
Nunca des a un griego por muerto, el conjunto heleno levantó en apenas 3 minutos una diferencia de 11 puntos y se colocó por delante, 40-41, las dudas asaltaban a los de Laso. Ayón no aparecía, el Chacho encadenaba fallo tras fallo en tiros de campo… entonces apareció la figura de Carroll, el norteamericano salió al rescate de los suyos, y una vez más, pletórico, sacó a los suyos del pozo en el que se estaban hundiendo. Tres triples de Jaycee dieron oxigeno a los blancos, y mucho más, moral, confianza, lo que no se ve, pero si se siente.
Se llegó al último cuarto con los mismo 7 puntos de diferencia, la grada roja de Olympiakos llamaba a filas a su guerrero Spanoulis, pero este no aparecía, raquítico en ataque y superado en defensa, el Madrid aprovechaba cara fallo de su rival para golpear más y más fuerte. Nocioni se alzaba con el héroe madridista, estaba en todos lados, anotaba, defendía, levantaba al público de sus asientos…
71-55 para los blancos a dos minutos del final, fue entonces cuando Olympiacos entregó la cuchara y los blancos empezaron a saborear una victoria con tintes épicos. Los «olé» conquistaron el pabellón, y el Real Madrid se alzó con su preciado trofeo, su su casa, con su gente, y siendo fieles a un estilo de juego. Enhorabuena madridistas.
Real Madrid (15+20+18+25) 78: Sergio Llull (12) Jaycee Carroll (16) Rudy Fernandez (7) Felipe Reyes (2) Gustavo Ayón (2) – Andrés Nocioni (12) Jonas Maciulis (9) Sergio Rodriguez (11) KC Rivers (5) Marcus Slaughter (2) Ioannis Bourousis.
Olympiacos (19+9+18+13) 59: Spanoulis (3) Darden (-) Mantzaris (1) Printezis (11) Dunston (4) – Lojeski (17) Lafayette (1) Petway (2) Hunter (10) Sloukas (10) Papapetrou, Agravanis.
