La disección del novato Willy Hernangómez
Buscamos su comodidad en el inicio o en el banquillo
Que Willy, en su primer año, ya estaba llamando a nuestra puerta, ya sean por infinidades de highlights hipnotizando en la pintura y atormentando las redes, o bien estampando su huella en los stats leaders de algún choque, no es noticia. Para nada.
Pero ahora bien, como primera duda… ¿Cuál es su verdadero y adecuado espacio dentro de la rotación? ¿Acompañando a 4 escuderos en el salto inicial o, agitando la toalla en la banca a la espera de que Coach Hornacek exhiba un: ¡Willy! con su dedo índice apuntando a la pista?
Así pues, ante esta trascendental incertidumbre que se va desenvolviendo en un inusitado calvario para el elenco de los caudillos en las gestiones knickerbockers, amoldemos el retrovisor para analizar cada paso del ’14’ madrileño tanto como starter como bench player en su año de novato. Y para concluir, empuñaremos un catalejo para extraer una teoría sobre su estatus, que sea acorde al mejor destino posible del mayor de la familia Hernangómez:
- Partiendo desde el salto inicial, el rendimiento que profesa Willy en pista es divino. Sorprendentemente grato para un rookie: 11’6 puntos, 9’3 rebotes, 2’2 asistencias y sobrepasando el 50% en tiros de campo, cerca de 26 minutos de media y en 22 encuentros en el vigente ejercicio.
- En el otro lado de la moneda, se refugia, como diría el mítico comentarista Guillermo Giménez, un Willy ‘tristón’. Por lo tanto, como miembro de la segunda unidad, que ha sucedido en 50 ocasiones este curso, ha firmado 6’7 tantos, 5’9 rebotes y 1’2 pases de canasta. Eso sí, con un más que productivo 56% de acierto defendiendo la elástica neoyorquina 15 minutos de promedio.
Ahí están los números, poco más se puede pedir a un ‘inexperto’ veinteañero. Las intangibles también son notorias: su capacidad de intimidar cualquier tipo de siete pies es inaudita. Servir de muleta para todas las ofensivas del conjunto es su mayor prioridad, también, ya sea cediendo el esférico en bandeja de plata a sus aliados (siendo el interior que mejor asiste de los recién llegados) o defendiendo a capa y espada el rebote (categoría de la cual es el líder de los jugadores de primer año).
Las aptitudes en la zona del internacional ‘ÑBA’ ya han desembocado en el nuevo fetiche de Don Phil Jackson. Más escrupuloso en sus actos que el archiconocido Christian Gray. Willy, acogido en la Big Apple como el segundo plato del a priori ‘apetitoso’ entrante francés Joakim Noah, se ha visto envuelto en una alocada montaña rusa. Hernangómez, personifica el mítico ‘bueno, bonito y barato’, y con todo el ímpetu que Dios le donó, es el bálsamo del futuro knickerbocker. Noah, de 10 años más, es propenso a caer en las garras de las lesiones, por no hablar del paupérrimo rendimiento que ‘luce’ cuando pisa el parqué. Y el tóxico sueldo del galo… ¿qué decir de eso?
En definitiva, salarios al margen, la dirección deportiva de New York empieza a tener claro que su pívot de futuro es Willy Hernangómez, intransferible hasta la médula.
Pero, rebobinando los primeros brochazos de la primera obra del joven Willy, como hemos comentado, enfoquemos cuidadosamente la lupa sobre el ex-jugador del Real Madrid en su perecedero historial como profesional deslizándose sobre pisos americanos.
«No soy tan ‘rookie’, ya sabía como jugar antes de venir».
Con estas palabras enarbolaba su sorprendente destreza en el Madison (afición a la que ya se ha metido en el bolsillo) en el último tramo de competición. Y, no es para menos. Desde el primer mes ha cuajado un aceptable papel, en ocasiones irregular, obviamente…
En Diciembre solo acumuló 14 minutos por encuentro. Poco después, en Enero, aún menos: 13’8, y ya partiendo al 2017, todo cambió, y la rotación le sonrió: Febrero, algo verde aún no sobrepasó los 16 minutos; no obstante serían Marzo (25’7) y Abril (23’2) los meses que más tiempo veríamos a Willy tratar de rescatar el hundimiento del navío neoyorquino en pista.
Y, a raíz de esta subida de la importancia de nuestro pívot, en sí misma, pondera mucho en el índice de mejora de popularidad (elegido Rookie Of The Month en Abril).
Finalmente, en palabras grandes, la teoría que podemos extraer es que, el cielo es el límite para el ’14’. Como nos reflejó el legendario centrocampista Andrea Pirlo:
«El fútbol se juega con la cabeza, los pies tan solo son tus herramientas.»
No crucifiquéis mi nombre al introducir esta cita aquí. Por favor, piedad. Simplemente, considero que se puede extrapolar al Mundo de la canasta:
«El baloncesto se juega con la cabeza, las manos tan solo son tus herramientas».
Y, eso es lo que metamorfosea a Willy en un novato que ya impone sus galones en la Meca. Su madurez le salva. Actúa con la misma cautela, diligencia y pericia en la zona, sin ser absolutamente una joya rebosante de calidad. Pero, se deja la piel y es astuto: controla todas y cada una de sus acciones. Se mete en camisa de once varas para pelear cada balón como si de una posesión del séptimo partido de las Finales se tratase. Y este entusiasmo, por ende, edulcora el ambiente del Madison, a pesar de la hórrida y exasperante temporada de los presuntos ‘Súper-Knicks’.
Señoras y señores, que tiemble el 16 de mayo, porque a Nueva York le ha caído el ‘gordo’ con este muchacho. Presente y futuro de la asociación más célebre de la Historia. Más te vale, Phil Jackson, mantener a Willy, puesto que dentro de poco será vox populi por sus humillantes tapones a bigardos centers rivales, o estableciendo su propia academia de baile en la zona, haciendo de sus defensores unos perplejos danzarines al son de la marea knickerbocker ovacionando a su ’14’.